Un nuevo impulso para los bosques

El año pasado, más de un centenar de países pusieron en marcha proyectos de protección forestal y cambio del uso de la tierra para cumplir los compromisos que firmaron en el acuerdo de París sobre el clima

Este acuerdo da un nuevo impulso a la lucha contra el cambio climático, la deforestación y la degradación forestal

En abril de 2016, se lanzó un Plan de Acción Forestal y un Plan de Acción sobre el Cambio Climático, que adoptan un enfoque más integral y ambicioso en relación con los bosques.

El objetivo es promover la gestión forestal sostenible y la restauración para mejorar las perspectivas económicas de las personas que viven en los bosques o cerca de ellos; también tratamos de ayudar a los países a planificar sus inversiones en otros sectores (como la agricultura, la energía y el transporte) de una manera más reflexiva y respetuosa con los bosques, para que puedan aprovechar al máximo estos recursos.

Desde la adopción de estos planes de acción, hemos estado trabajando para desarrollar las herramientas analíticas y financieras necesarias para satisfacer mejor las necesidades de nuestros clientes. 

Actualmente se elaborando notas informativas para varios países en las que se ofrecerán cifras, información sobre la situación de los bosques y las amenazas y oportunidades a las que se enfrentan, así como una descripción del apoyo para ayudar a los países a aprovechar al máximo el papel de los bosques en la consecución de sus objetivos. 

En este sentido, cabe destacar la contribución de los datos geográficos proporcionados por las agencias espaciales y facilitados por aplicaciones como Global Forest Watch (a), del Instituto de Recursos Mundiales (WRI): estos avances pueden revolucionar verdaderamente la forma en que actuamos colectivamente en favor de los bosques.

La labor analítica también permite comprender mejor las compensaciones y sinergias entre los bosques y otros sectores y ámbitos políticos: agricultura, minería, energía, gestión del riesgo de catástrofes, comercio y competitividad, o transporte. 

Por ejemplo, el Programa Forestal del Banco Mundial financió recientemente la elaboración de una hoja de ruta para la ordenación del territorio en la República del Congo, con el objetivo de ayudar a este país a encontrar un equilibrio entre la minería y la conservación de los bosques, con vistas a mejorar su desarrollo general. 

En la República Democrática del Congo, se ha desarrollado una herramienta que se utilizará para evaluar los riesgos medioambientales a corto y largo plazo de la construcción de carreteras (que a menudo implica la deforestación a gran escala) para garantizar que las inversiones sean más respetuosas con los bosques.

Todas estas acciones están ayudando a más de 50 países a prepararse para reducir las emisiones derivadas de la deforestación y la degradación forestal. 

Diecinueve países están desarrollando actualmente programas de reducción de emisiones a gran escala. 

Este año, Costa Rica y la República Democrática del Congo son los dos primeros países listos para firmar acuerdos que les permitirán recibir pagos del Fondo de Asociación para la Reducción de las Emisiones debidas a la Deforestación a cambio de esfuerzos a gran escala para preservar la selva tropical.

También se está tratando de racionalizar los diversos instrumentos financieros que se ofrecen a los países.

En México, por ejemplo, en el Proyecto Bosques y Cambio Climático se invierten 500 millones de dólares para estas acciones. 

Este ayuda a las poblaciones rurales a gestionar sus bosques de forma sostenible, a reforzar su organización social y a generar ingresos a partir de productos y servicios forestales, así como a reducir las emisiones derivadas de la deforestación y la degradación de los bosques. El programa abarcará una superficie sin precedentes de 30.000 hectáreas y ayudará a más de 3.000 comunidades y ejidos de todo el país.

Por último, pero no por ello menos importante, estamos invirtiendo en quienes más importan cuando se trata de la gestión forestal sostenible: las comunidades forestales y los pueblos indígenas. 

Una parte importante de la cartera forestal apoya las reformas de la tenencia forestal, como la introducción de zonas forestales comunitarias. Los proyectos financiados en los últimos diez años han permitido que más de 74 millones de hectáreas de bosque sean gestionadas por comunidades o estructuras participativas.

Además, se ha estado reforzando la capacidad de las organizaciones de pueblos indígenas para que participen en la lucha contra la deforestación y la degradación de los bosques, sobre todo a través de un Mecanismo de Subvenciones Específico para Pueblos Indígenas y Comunidades Locales. 

Desde las autoridades públicas que dan prioridad a las infraestructuras naturales de las que forman parte los bosques, hasta las empresas privadas preocupadas por el impacto de sus cadenas de suministro en los bosques, pasando por la sociedad civil que vigila el estado de los recursos forestales mediante el acceso a los datos: el impulso para aumentar el valor de los bosques es claro, y destacamos la importancia de este tipo de movimientos, y de sumarse desde el lugar que nos sea posible. 

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