La compleja gestión de los bosques franceses, un área internacional privilegiada, ante la crisis ecológica

Primera parte

En los próximos cincuenta años, aproximadamente, se prevé que el 50% de los bosques franceses se verán alterados como consecuencia del cambio climático. Inaccesibilidad, fragmentación de las parcelas, disminución de las poblaciones arbóreas: la gestión de este importante recurso natural es un verdadero quebradero de cabeza. Porque más allá de la explotación de los recursos madereros y de los beneficios para los ecosistemas, está en juego la propia supervivencia del bosque francés. Te explicamos lo que está en juego. 

Auténtica cuenca biológica, hogar de una flora y fauna diversas, el bosque es una baza importante en el paisaje francés. Ya se trate de bosques de llanura, litorales, tropicales o de montaña, en Francia continental hay no menos de 190 especies arbóreas, y más de mil si se incluyen los departamentos y regiones franceses de ultramar, entre los que se encuentra el inmenso bosque de la Guayana. 

Estos ecosistemas diversos y multifuncionales constituyen un importante hábitat para la biodiversidad y un lugar de ocio para los ciudadanos, además de mitigar las nefastas consecuencias de la crisis medioambiental (inundaciones, aludes, erosión del suelo).

Pero esta diversidad está amenazada. Desde 2017, el Instituto Nacional de Información Geográfica y Forestal (IGN) francés deplora un aumento de las existencias de árboles muertos de menos de 5 años (+30%), debido a las diversas tensiones climáticas o sanitarias que sufre el bosque. 

Ya se advertía en su informe publicado en 2021 que el 50% del bosque francés está destinado a transformarse en las próximas décadas. Los castaños, fresnos y abetos están ya muy afectados por enfermedades causadas por hongos, o dañados por la proliferación de plagas de insectos.

Prácticamente toda Francia está o estará afectada por fenómenos sanitarios o climáticos destructivos. Los incendios forestales del Var en 2021 son un ejemplo paradigmático de los futuros daños sociales, económicos y medioambientales causados por el calentamiento climático. 

El principal objetivo de la gestión forestal será adaptar los bosques al clima futuro para mantener la producción de madera y los servicios ecológicos, sociales y culturales prestados, limitando al mismo tiempo los daños potenciales causados por los incendios, las tormentas, las enfermedades y la sequía.

La gestión forestal francesa: una larga historia

La gestión forestal dista mucho de ser nueva en Francia. A principios del siglo XVIII, los bosques franceses se explotaban intensamente para apoyar el futuro desarrollo industrial y la gran demanda de madera debida, en parte, a la expansión agrícola, la industria y la calefacción. 

En 1820, la cubierta forestal había caído a su nivel más bajo, con sólo entre 6 y 7 millones de hectáreas, es decir, el 12% de la Francia continental.

En 1827, el gobierno francés introdujo un código forestal, aún en vigor, que restringía el acceso a la madera y “pretendía reconstituir y proteger el patrimonio forestal nacional”. 

Y así fue. Esta mayor protección, combinada con una importante política de reforestación tras la Segunda Guerra Mundial, propició la reaparición sostenible de los bosques. 

Y la tendencia se ha confirmado y amplificado: desde 1985, el bosque se ha expandido en más de 80.000 hectáreas cada año, es decir, ocho veces la superficie de la ciudad de París.

En total, en los últimos treinta años, el bosque ha aumentado en superficie el equivalente de la región de Bretaña (¡2,8 millones de hectáreas!). 

Una gestión forestal compleja y heterogénea

Francia cuenta actualmente con unos 17 millones de hectáreas de bosques en la Francia continental. 

Francia divide sus bosques en tres categorías: bosques estatales (propiedad del Estado), bosques comunales (propiedad de las autoridades locales) y bosques privados. Pero éstos sólo representan una cuarta parte de la superficie forestal de Francia continental (4,3 millones de hectáreas).

En cuanto al resto, la mayor parte de los bosques privados pertenecen a pequeños propietarios privados, y la superficie forestal está dividida en pequeñas parcelas privadas, a menudo mal gestionadas o abandonadas. 

La falta de interés por la gestión forestal, los elevados costes de gestión o las dificultades de acceso a las parcelas son algunos de los obstáculos a los que se enfrentan los pequeños propietarios.

La mayoría de los agentes privados poseen parcelas de menos de 4 hectáreas. 

Un simple plan de gestión, un inventario de la propiedad y un calendario de los trabajos a realizar en la parcela, sólo es obligatorio cuando la superficie es igual o superior a 25 hectáreas. 

La complejidad de la gestión forestal y del acceso a las parcelas hace que los responsables no puedan uniformizar la gestión forestal a escala nacional.

Un estudio del Institut national de recherche pour l’agriculture, l’alimentation et l’environnement, señala que el 63% de la superficie forestal francesa está bajo gestión activa, el 15% está sobremadurada, el 11% es excesivamente densa y el 11% es inutilizable, con diferencias significativas según la localización y las especies.

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