La sequía destruye los bosques tropicales, que absorben menos carbono

Imagen de un bosque tropical afectado por la sequía y el calor, relacionado con el almacenamiento de carbono.

Los bosques tropicales almacenan cada vez menos carbono, principalmente a causa de la sequía y el calor. Estas son las conclusiones de un estudio publicado en la revista Nature.

Afortunadamente, gran parte del CO2 que emitimos cada año a la atmósfera se almacena en lo que se conoce como “sumideros de carbono”. Los bosques, los microorganismos del suelo, las plantas y el plancton oceánico tienen la capacidad de absorber carbono, sobre todo para su crecimiento, y de este modo evitan un calentamiento global aún más dramático.

En una época, algunos analistas llegaron a pensar que, a medida que aumentara la concentración de CO2 en la atmósfera, estos sumideros de carbono serían cada vez más eficaces. 

Es la famosa retórica de “el CO2 es bueno para las plantas”. Se pensaba que con una concentración elevada de CO2 en la atmósfera, los bosques y las plantas crecerían más rápido al capturar más CO2, limitando así los daños climáticos.

Pero eso era sin tener en cuenta la sequía y el calor, que afectan a las plantas y les impiden capturar carbono.

Un equipo de investigadores acaba de publicar un estudio en la revista Nature que demuestra que, debido a la falta de agua, los ecosistemas vegetales, sobre todo en los trópicos, se debilitan y capturan cada vez menos carbono. 

Esto podría resumirse en el hecho de que los sumideros tropicales de carbono están amenazados por la sequía y el aumento de las temperaturas.

Plantas, carbono y agua: una relación compleja

Lo primero que hay que entender es que, para crecer, las plantas necesitan carbono, por supuesto, pero también luz y agua. Estos tres ingredientes son la base de la fotosíntesis, que permite a las plantas absorber CO2 y liberar O2, oxígeno. 

En los ecosistemas tropicales, donde abundan el agua y la vegetación, las plantas capturan grandes cantidades de carbono. Por eso, por ejemplo, la selva amazónica es un sumidero de carbono esencial.

Sin embargo, cuando falta uno de los ingredientes de la fotosíntesis, todo el proceso se ralentiza.

Por ejemplo, cuando a las plantas les falta agua, la fotosíntesis se ralentiza: en caso de sequía, el crecimiento de las plantas se ralentiza y, en consecuencia, almacenan menos carbono.

Por eso, las plantas, los árboles e incluso los cultivos crecen menos durante los periodos de sequía. De hecho, la sequía afecta a los rendimientos agrícolas.

El problema es que, si bien la actividad humana y el calentamiento global han aumentado la cantidad de CO2 en la atmósfera, también han transformado los ciclos del agua, provocando su escasez en algunos lugares. Investigadores del Instituto de Ciencias Atmosféricas y Climáticas de Zúrich han estudiado este fenómeno, sobre todo en las zonas tropicales.

La disponibilidad de agua se degrada gravemente en los trópicos

Los investigadores revisaron una serie de datos climáticos y medioambientales disponibles durante los últimos 60 años, en particular la disponibilidad de agua, sobre todo en los trópicos, y el aumento de las concentraciones de CO2.

Como cabía esperar, muestran que la disponibilidad de agua determina los cambios en las concentraciones de CO2: cuanta menos agua hay, menos CO2 almacenan las plantas.

Así, desde la década de 1960, se observa que los años cálidos y secos son también años en los que el aumento de los niveles de CO2 en la atmósfera parece ser mayor.

El estudio también pone de relieve que los vínculos entre temperatura, disponibilidad de agua y CO2 son complejos. Varios factores entran en juego para entender cómo el calentamiento global debilita la capacidad de los ecosistemas tropicales para almacenar carbono: el aumento de las temperaturas incrementa la evapotranspiración de las plantas y, por tanto, la escasez de agua, lo que a su vez incrementa las temperaturas locales.

Todo ello provoca un descenso del crecimiento de las plantas, que a su vez absorben menos CO2.

Los investigadores también señalan que la correlación negativa entre la escasez de agua y la menor absorción de carbono parece haber aumentado en los últimos años.

Se trata, sin duda, de una señal de que, a medida que se intensifica el calentamiento global, los equilibrios de los ecosistemas son cada vez más frágiles.

El Niño, modelos climáticos

Por último, los investigadores trataron de entender qué podía explicar la evolución de estos fenómenos. Descubrieron que el deterioro de la disponibilidad de agua es mayor durante los años de El Niño, que provoca sequías más intensas y temperaturas más altas en los trópicos.

Por tanto, podría ser que la degradación de los sumideros tropicales de carbono se viera acelerada por los fenómenos de El Niño, un fenómeno a su vez más frecuente en un contexto de calentamiento global.

Todo ello podría llevarnos a replantearnos algunos de los modelos climáticos utilizados para predecir las tendencias climáticas futuras.

En efecto, si los sumideros tropicales de carbono se deterioran más rápidamente de lo previsto, bajo el efecto combinado del aumento de las temperaturas y la mayor frecuencia de los fenómenos de El Niño, la situación climática podría resultar peor de lo previsto a medio plazo…

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