La selva amazónica se está convirtiendo en una fuente de CO2, según un estudio

La selva amazónica, otrora pulmón del planeta y crucial sumidero de carbono, se enfrenta a una transformación que preocupa. Nuevas investigaciones revelan que ahora podría estar liberando más CO2 del que absorbe, agravando la crisis climática.

Debido al cambio climático y a la deforestación, una gran parte de la cuenca amazónica emite ahora CO2 en lugar de absorberlo, lo que supone una gran transformación para este ecosistema crucial para limitar el calentamiento global, según un estudio publicado el miércoles.

Basándose en cientos de muestras de aire recogidas a distintas altitudes durante la última década, el estudio publicado en la revista Nature muestra que la parte sudoriental de la Amazonia en particular ha pasado de ser un sumidero de carbono a una fuente de CO2, el gas responsable del calentamiento global.

En los últimos cincuenta años, las plantas y los suelos han absorbido más de una cuarta parte de las emisiones de CO2, incluso cuando éstas han aumentado un 50%.

Así pues, si la Amazonia -donde se encuentra la mitad de los bosques tropicales del mundo, que son especialmente eficaces en la absorción de carbono y almacenan 450.000 millones de toneladas de CO2 en sus árboles y suelos- se convirtiera en una fuente constante de CO2, atajar la crisis climática sería aún más difícil.

Según el estudio, varios factores son responsables de esta tendencia.

“La deforestación y la degradación de los bosques están reduciendo la capacidad de la Amazonia para actuar como sumidero de carbono”, escriben los autores. Entre las causas de esta degradación están los bosques quemados para dar paso a la ganadería y la agricultura.

El cambio climático también es un factor clave: las temperaturas durante la estación seca han aumentado casi 3 ºC en comparación con la era preindustrial, casi tres veces la media mundial.

La combinación de todos estos factores pone en duda la capacidad de los bosques tropicales para secuestrar en el futuro grandes volúmenes de CO2 procedente de combustibles fósiles.

Esta cuestión preocupa a los científicos desde hace mucho tiempo, pero los datos obtenidos por satélite no han podido ofrecer hasta ahora una respuesta completa, debido sobre todo a las nubes que cubren la región.

Para sortear este problema, el equipo de investigadores brasileños recogió 600 muestras de CO2 y monóxido de carbono entre 2010 y 2018 a altitudes de hasta 4,5 km sobre el suelo.

Según sus conclusiones, la parte noroccidental de la Amazonia está en equilibrio, absorbiendo tanto CO2 como el que emite a la atmósfera. Pero el este, especialmente durante la estación seca, se convierte en una fuente neta.

Otro estudio reciente, que utilizó una metodología diferente, concluyó que entre 2010 y 2019, la Amazonia brasileña liberó casi un 20% más de CO2 del que emitió.

Junto con el deshielo de los casquetes polares, el deshielo del permafrost y la desaparición de los arrecifes de coral, el declive de la selva amazónica es uno de los “puntos de inflexión” identificados por los científicos como elementos clave cuya modificación sustancial podría llevar al sistema climático a un cambio dramático e irreversible.

La Amazonia, descrita a menudo como el “pulmón del mundo”, está en un punto crítico. A medida que avanzamos en el siglo XXI, la importancia de preservar esta región no puede ser subestimada. C

ada árbol que cae, cada parcela que se quema, no solo representa una pérdida para la biodiversidad global, sino también un revés para la lucha mundial contra el cambio climático. 

Ahora más que nunca, es imperativo que la comunidad internacional, las naciones de la cuenca del Amazonas y cada individuo reconozcan el valor inestimable de esta selva y tomen medidas concertadas para salvaguardarla para las futuras generaciones.

Porque, como muestra este estudio, no podemos permitirnos el lujo de perder la batalla por la Amazonia.

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