Colombia se suma a la lucha para preservar la Amazonia
La Amazonia cumple un rol crucial en la conservación de la biodiversidad del planeta. Atravesada por el río más grande del mundo, el Amazonas, el territorio ocupado por esta selva de Sudamérica es compartido por 9 países, entre ellos, Colombia. Con una extensión que supera los 7 millones de kilómetros, se trata del bosque tropical más grande del planeta que funciona como regulador del clima global.
Pero a pesar de su importancia para la supervivencia humana y de todas las especies que habitan la Tierra, actualmente se encuentra en peligro inminente de desaparecer. De acuerdo con un informe reciente elaborado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), las sequías, la deforestación, los incendios y otras actividades humanas en la Amazonia han llevado a esta región vital del planeta a la pérdida de cerca de un 26% de la selva tropical.
Los científicos advierten que traspasado este límite, se llegaría a un punto de inflexión irreversible que provocaría un colapso del ecosistema amazónico. Como resultado, se iniciaría un proceso sin posibilidad de retorno que acabaría con el mayor sumidero de dióxido de carbono del planeta.
Ante la amenaza de este futuro apocalíptico, los líderes de Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Guyana Francesa, Perú, Surinam y Guyana se reunieron en la ciudad brasileña de Belem do Pará, con el objetivo de ponerle un freno urgente a la deforestación, la quema y la minería ilegal en el Amazonas.
La Amazonia: un ecosistema en crisis
Su función como el pulmón verde más importante del planeta pone a la Amazonia en un lugar estratégico en la lucha contra el cambio climático. Según una investigación llevada a cabo en 2022 por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), la acción del hombre ha acabado con un 18% del bosque tropical amazónico, mientras que otro 17% se encuentra completamente degradado.
La tala indiscriminada y la quema ilegal provocada por la industria agropecuaria han acabado con más de 25 millones de hectáreas de bosques tropicales entre los años 2000 y 2013. Diversos estudios prevén que, de seguir este ritmo, ese número ascenderá a 85 millones de hectáreas para el año 2030. O lo que es lo mismo, un tercio de la vegetación actual.
Al tratarse de una región que actúa como reguladora de los patrones climáticos a nivel mundial, su pérdida haría imposible alcanzar los objetivos globales de disminución de gases de efecto invernadero establecidos en el Acuerdo de París, en 2015, durante la COP 21. Y por si esto no fuera suficiente, provocaría la destrucción del 10% de la biodiversidad mundial, lo que sin duda acrecentaría la crisis ambiental vigente.
El compromiso de Colombia
En este contexto, el gobierno colombiano decidió sumarse a la lucha por la protección de la Amazonia. Para ello, la ministra de Medioambiente, Susana Muhamad, participó de la reunión llevada a cabo a principios de agosto entre los países de la región amazónica en la ciudad de Belem Do Pará. Allí, se comprometió a desarrollar medidas que contribuyan a alcanzar la meta del 80% de conservación de la selva amazónica para el año 2025.
Esta iniciativa, liderada por más de 400 comunidades indígenas, y respaldada por organizaciones ambientalistas como la WWF y Greenpeace, busca combinar esfuerzos para alcanzar esta meta antes de que sea demasiado tarde y preservar este ecosistema invaluable para la vida en el planeta.
¿Cómo proteger la Amazonia colombiana?
Colombia alberga una parte crucial de la Amazonia y por lo tanto tiene una responsabilidad importante en su conservación. Sin embargo, la protección del 80% de esta región requerirá de un esfuerzo conjunto de todos los países involucrados, así como de la colaboración de la comunidad internacional. Para ello hará falta una estrategia conjunta que incluya medidas para la conservación y la gestión forestal sostenible.
Actualmente, la tala ilegal es una de las principales amenazas para la Amazonia en Colombia. Ya sea para explotar esos territorios en actividades como la agricultura, la ganadería o la minería, los bosques tropicales colombianos se ven continuamente expuestos ante la falta de control o de penalizaciones para las empresas y personas responsables de la deforestación.
Para alcanzar los objetivos acordados durante la cumbre de Belem, es fundamental que el gobierno colombiano establezca el cumplimiento efectivo de las leyes ambientales vigentes. Además, el Ministerio de Medioambiente debe asegurarse de que sus agentes cuenten con los medios y la infraestructura necesaria para realizar un mayor control en las áreas críticas del país.
El futuro de la Amazonia depende de que estas acciones se lleven a cabo ya mismo. Sin duda, el compromiso de Colombia es un paso en la dirección correcta. Pero si solo queda en palabras y no se realiza un esfuerzo sostenido para proteger al pulmón verde del planeta, las chances de sobrevida son casi nulas.
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