La devastadora ola de incendios forestales que padeció Chile a mediados de febrero arrasó con más de 4 mil hectáreas de bosques nativos. Así lo informó un estudio de la Fundación Terram financiado por la Unión Europea (UE). El siniestro afectó a especies emblemáticas de la región de Valparaíso, muchas de ellas, ya amenazadas por distintos problemas ambientales.
Bosques nativos de orquídeas, bellotos del norte, palmas chilenas, lingues, peumos y naranjillos, entre muchas otras especies, sucumbieron bajo el fuego. Los estragos de esta tragedia han sido comparados por la ministra del Interior del país, Carolina Tohá, con los provocados por el terremoto del año 2010.
El fuego se expandió a lo largo y ancho de 5 comunas porteñas, destruyendo más de 26 mil hectáreas de territorio, incluidas zonas urbanas, terrenos de uso agrícola, estructuras industriales y áreas aledañas a lagos y lagunas. Además, los incendios se cobraron la vida de 130 personas y aún hay centenares de desaparecidos que podrían aumentar esta lúgubre cifra.
¿Cuáles son las causas detrás de los incendios forestales en Chile?
Entre las causas de los recientes incendios forestales en territorio chileno se pueden destacar ciertos fenómenos climáticos extremos potenciados por el cambio climático, como una sequía que ya se ha extendido durante más de 15 años y las temperaturas récord del verano, que en varias partes del país se acercaron a los 38 grados centígrados.
Sin embargo, existen otras causas que no tienen nada que ver con los factores naturales y que plantean interrogantes sobre posibles errores en la planificación urbanística de las zonas afectadas. Por ejemplo, que muchas de las áreas quemadas estaban ubicadas en porciones de tierra que debían operar como corredores cortafuegos. Esto quiere decir que, en el papel, debían tener plantaciones de especies autóctonas, mucho más resistentes al fuego.
¿Quiénes se benefician con estos incendios?
Algunas organizaciones ambientalistas como Chile Sin Ecocidio, el Colectivo Viento Sur y Greenpeace consideran que desde la sanción del Decreto 701, que buscaba impulsar el desarrollo de la actividad forestal, los incendios forestales se han vuelto cada vez más frecuentes. A la fecha, más de 1 millón de hectáreas del territorio chileno se han visto afectadas por estos fenómenos.
Lamentablemente, en la gran mayoría de los casos, estos siniestros no son accidentales, sino prácticas criminales utilizadas por las empresas forestales que buscan grandes beneficios económicos a costa de los ecosistemas y las vidas de la población chilena. El aumento de los monocultivos de pinos y eucaliptus en las zonas afectadas (especies foráneas que se queman rápidamente) es una muestra de cómo los grandes grupos empresariales priorizan sus ganancias a los graves daños socio-ambientales que provocan los incendios.
¿Cómo poner un freno a los incendios forestales?
Los incendios forestales recientes han provocado una grave crisis ambiental en Chile. La única manera de proteger a estos ecosistemas vitales es mediante la demanda de medidas drásticas por parte de la sociedad chilena en su conjunto. Las denuncias de los ciudadanos (tanto los que se vieron directamente afectados, como del resto) es fundamental para que los políticos tomen cartas en el asunto y dejen de mirar para otro lado.
Las empresas forestales pueden seguir intentando lavar su imagen con certificaciones dudosas, regalos a las comunidades damnificadas y acuerdos políticos. Pero nadie puede negar que durante décadas, estas industrias se han visto beneficiadas por subsidios estatales y una asombrosa falta de regulación ambiental que está poniendo en riesgo las vidas de los chilenos.
Tras varios años de espera y múltiples siniestros, finalmente se está discutiendo en el Congreso una ley que permitirá contar con una mínima regulación para las planificaciones urbano-rurales. Si bien es un gran paso hacia adelante, no será suficiente prevenir que esta clase de catástrofes vuelva a repetirse en el futuro. Y definitivamente, no servirá para recobrar las vidas humanas y las enormes pérdidas en materia de biodiversidad que ha padecido el pueblo chileno.