La industria forestal destruye los bosques nativos de Sudamérica

La industria forestal destruye los bosques nativos de Sudamérica

En las últimas décadas, la industria forestal ha reemplazado grandes regiones de bosques nativos de América del Sur por especies exóticas más rentables. Gracias a este mecanismo nefasto para la biodiversidad sudamericana, países como Brasil, Argentina, Chile y Uruguay, se han convertido en grandes productores de árboles a nivel mundial. Todo a costa del medioambiente local. 

En la actualidad, estos 4 países acogen cerca de 16,8 millones de hectáreas de plantaciones forestales. Brasil posee un 67% de la superficie total, seguido por Chile (con un 19%), los países rioplatenses con un 7,1% cada uno. Las variedades más elegidas son los pinos y los eucaliptos, debido a su rol vital en el desarrollo de las industrias papelera y maderera.

Y aunque a primera vista el auge forestal podría ser visto como algo positivo, ya que la plantación de árboles suele asociarse a grandes beneficios ambientales, la realidad detrás de estos “falsos bosques” de especies foráneas no es tan prometedora como aparenta. 

Estas áreas no pueden considerarse bosques, ya que carecen de la diversidad de especies que caracteriza a los ecosistemas naturales de la región. Por lo general, las empresas forestales solo se interesan por plantar especies exóticas que les brinden grandes réditos comerciales, lo más rápido posible. Si la vida silvestre no puede adaptarse a estos nuevos hábitats artificiales, no es problema de ellas. 

El gran problema de la sustitución de los bosques nativos

En muchas partes de Sudamérica, la sustitución de bosques nativos por plantaciones de pinos y eucaliptos ha desplazado a las especies locales, reduciendo de forma drástica la biodiversidad natural. Los animales y las plantas que dependían de estos bosques para su subsistencia han perdido sus hábitats naturales. 

Esto ha provocado una disminución enorme de las poblaciones de muchas especies autóctonas. Los monocultivos no cuentan con la diversidad natural de los bosques nativos que reemplazan, por lo tanto las especies originarias de cada lugar dejan de tener acceso a recursos esenciales para su desarrollo y reproducción, como alimentos o refugio. 

Los efectos de los pesticidas y fertilizantes en los suelos

Por otro lado, los bosques ficticios de pinos y eucaliptos plantados por la industria forestal utilizan grandes cantidades de fertilizantes y pesticidas para garantizar que los árboles crezcan rápidamente y con un menor riesgo de contraer plagas. Estos productos tóxicos aumentan la productividad pero atentan contra el medioambiente. 

Uno de los principales problemas derivados de la industria forestal tiene que ver con la degradación de los suelos provocados por los fertilizantes donde plantan sus árboles exóticos. Las sustancias químicas utilizadas no solo agotan los nutrientes naturales del suelo, sino que pueden atrofiar la capacidad de la tierra de retener agua, erosionándolos hasta un punto de no retorno y contribuyendo a contaminar los ecosistemas acuáticos cercanos. 

Por si esto fuera poco, las especies más plantadas por la industria forestal, como los pinos y los eucaliptos, consumen cantidades de agua mucho mayores a las de las especies autóctonas. Como consecuencia, la competencia por este recurso entre las plantaciones y los ecosistemas naturales puede generar una escasez de agua en áreas críticas de los países sudamericanos.

¿Por qué las plantaciones foráneas contribuyen al cambio climático?

La expansión de las plantaciones de pinos y eucaliptos requiere de la tala de grandes áreas de bosques naturales para su desarrollo. Esta actividad libera grandes cantidades de dióxido de carbono almacenado en la biomasa de los árboles talados. A esto se suman los gases contaminantes producidos tanto durante la quema de maderas residuales en el proceso de tala, como a la hora del transporte.

Todos estos factores contribuyen al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático. De hecho, científicos especializados en los efectos de la industria forestal, advierten que los bosques naturales tienen una mayor capacidad para capturar y almacenar carbono atmosférico que los monocultivos, por lo que su sustitución significa un paso atrás en la lucha contra el calentamiento global. 

Las protestas de las comunidades locales contra la industria forestal

Desde hace años, organizaciones ambientalistas como Greenpeace han estado al frente de la lucha por la preservación de los bosques nativos en Sudamérica. A través de campañas y protestas, este tipo de organismos busca concientizar a las poblaciones locales acerca de la expansión desenfrenada de la industria forestal y de sus impactos negativos en los ecosistemas de la región.

Uno de los ejemplos más recientes fue la manifestación de activistas junto a miembros de las comunidades mbya guaraníes Guazurarí y Puente Quemado II en la provincia de Misiones, en Argentina. Durante esta protesta, estos grupos indígenas demostraron su descontento con el avance de la empresa forestal chilena Arauco en esa zona tan importante para la biodiversidad mundial. 

Si se tiene en cuenta que más del 50% de lo producido en esta parte del mundo se distribuye en países como Estados Unidos y China, queda claro que a menos que los gobiernos locales les pongan un freno (mediante regulaciones que limiten la producción) el negocio seguirá beneficiando a las grandes potencias a costa del agua, el suelo y la salud de los ecosistemas sudamericanos. 

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