Restaurar los bosques más altos del mundo, un desafío titánico
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada año desaparecen 10 millones de hectáreas de bosques alrededor del mundo. Lamentablemente, América Latina no escapa a esta situación. En solo dos décadas, Argentina perdió más de 6 millones de hectáreas de bosques nativos. En el mismo lapso, la deforestación se llevó más de 2,6 millones de hectáreas de bosques en Perú.
Sin dudas la deforestación es uno de los mayores problemas ambientales de la actualidad. Los bosques nativos juegan un rol fundamental en la lucha contra el cambio climático. Los árboles contribuyen absorbiendo dióxido de carbono del ambiente. Cuando no están presentes, esos gases regresan a la atmósfera. Expertos de Greenpeace estiman que casi un 20% de las emisiones a nivel mundial, son consecuencia de la deforestación.
Desde 1996, Daniel Reninson, biólogo argentino e investigador ecológico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), lleva a cabo un proyecto de restauración en las Sierras de Córdoba. Sin ningún tipo de apoyo, Daniel y un grupo de voluntarios lograron plantar hasta 2 mil árboles por año en una zona conocida como Quebrada de los Refugios, a más de 2300 metros de altura.
Un cuarto de siglo después de ese titánico esfuerzo, comienzan a verse sus frutos. Donde antes había desierto, hoy emerge un hermoso bosque de 35 mil tabaquillos, una especie nativa que crece muy lentamente. Este bosque es la muestra de que con esfuerzo, inversión y mucha paciencia, se puede regenerar un ecosistema.
Se espera que con el tiempo, estos árboles que hoy alcanzan más de 3 metros permitan el regreso de más de 40 especies que solían habitar este ecosistema. Su presencia, además, evitará la desertificación de los ríos que pasan por allí y proveen agua a 3 millones de habitantes de la región. Y en épocas de lluvias, los bosques evitarán la erosión de los suelos de pastoreo, así como los derrumbes y las inundaciones.
Una tarea titánica… y una ayuda necesaria
En el año 2018, la organización que encabeza Daniel Reninson recibió un espaldarazo. Acción Andina, un organismo internacional dedicado a la restauración de bosques se asoció con Fundación Bosquizar y Acción Serrana para financiar la plantación en la zona de las Sierras Grandes. En la actualidad se realizan reforestaciones en 12 zonas distintas de Córdoba.
Solo en esa provincia se plantan más de 300 mil árboles cada año. Y gracias a un aceitado sistema de plantación, cada voluntario puede ayudar sembrando unos 600 retoños al día. Este impulso ha permitido que se recuperen mil hectáreas de bosque nativo. Pero harán falta varias décadas y el trabajo de toda la comunidad para que la biodiversidad perdida por la deforestación regrese.
¿Cuánto dinero cuesta recuperar un bosque?
Los árboles crecen alrededor de 10 centímetros al año. La plantación de los retoños es solo el primer paso de un trabajo colosal. Hay que producir las plantas en viveros, solicitar los permisos para poder plantarlas, alambrar la zona para evitar que los animales se las coman y cuidarlas durante años para evitar que las plagas las maten.
Teniendo en cuenta los costos de producción, siembra y cuidados posteriores, se estima que cada hectárea de bosque puede llegar a costar más de 20 mil dólares. A esta ecuación hay que sumarle el porcentaje de supervivencia de los pequeños árboles, cercano al 76%. Por lo que restaurar un bosque completo podría valuarse en aproximadamente 10 millones de dólares.
Esto cobra importancia ya que los apoyos económicos suelen estar enfocados solo en la plantación de los árboles. Pero esta inversión suele ser insuficiente para que el bosque se recupere. Los especialistas calculan que solo entre una quinta y una décima parte de los costos de producir un bosque provienen de la siembra.
El resto de los gastos incluye la evaluación previa del lugar, para evitar que los animales se coman los pequeños árboles cuando recién se plantan. La mejor manera de evitarlo, es alambrando el terreno, lo que puede ocasionar un gasto muy grande. Además, se requiere de trabajadores que los visiten de forma regular durante décadas para controlar que no sufran ataques de hormigas, hongos u otras enfermedades.
Los bosques más altos del mundo
Mientras Daniel Reninson buscaba reforestar en las sierras de Córdoba, Constantino Aucca, un colega peruano, replicaba su esfuerzo en Cusco. Ambos se conocieron en el año 2000 y compartieron su preocupación por restaurar los bosques más altos del mundo, en la zona andina de Perú y Bolivia.
Durante años, Aucca batalló para convencer a las autoridades y a las comunidades locales sobre la importancia de una restauración masiva. Recién en 2014, tras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP20) realizada en Lima, pudo obtener los fondos para emprender lo que los nativos llaman Queuña Raymi, (fiesta de repoblación de bosques en altura).
En el primer día de siembra lograron la astronómica cifra de 57 mil árboles. Esta primera iniciativa continúa creciendo y en 2021 alcanzó un récord de más de 3 millones de retoños plantados. Año a año, la organización Acción Andina, liderada por Aucca, busca superarse.
Su nuevo objetivo es restaurar 100 millones de árboles en 5 países sudamericanos (Perú, Chile, Bolivia, Ecuador y Argentina) durante el próximo cuarto de siglo. La empresa no será fácil. Pero Aucca siente que el ejemplo de lo que logró su colega Daniel Reninson en Argentina debe servir para inspirar a quienes estén dispuestos a colaborar.
La restauración de los bosques más altos del mundo no solo tendrá un impacto a nivel local, sino también global. Estos bosques actúan como reservorios hídricos, absorbiendo la niebla y creando humedales vitales para la supervivencia de especies amenazadas. Pero además, contribuyen a la mitigación del cambio climático, ayudando a capturar y almacenar grandes cantidades de dióxido de carbono, uno de los principales gases de efecto invernadero.
Al restaurar y proteger estos bosques, no solo se preserva la biodiversidad única de la región, sino que también se promueve la salud del planeta en su conjunto. Es fundamental reconocer la importancia de estos ecosistemas y trabajar de manera conjunta a nivel local e internacional para su conservación, asegurando así un futuro sostenible para las generaciones futuras.
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