¿Por qué la extinción de los árboles sería una catástrofe para la humanidad? La respuesta en 7 cifras clave
Con una de cada tres especies arbóreas en peligro de extinción, los científicos advierten del riesgo de una “catástrofe ecológica, cultural y socioeconómica”. 7 datos y cifras clave.
¿El árbol que esconde el bosque? Aunque todos los reconocemos como sinónimos de sabiduría y longevidad, lo cierto es que los árboles desaparecen ante nuestros ojos.
Un año después de revelar que una de cada tres especies de árboles estaba amenazada de extinción -es decir, unas 17.500 especies de las cerca de 58.000 que hay en el planeta-, los autores del “Informe sobre el estado de los árboles en el mundo” del 2021 lanzó una nueva advertencia en la revista Plants People Planet.
Esta vez, los investigadores han enumerado las dramáticas consecuencias de esta “crisis de extinción de los árboles”.
He aquí algunas cifras clave:
- Los árboles proporcionan hábitat a la mitad de las especies conocidas de plantas y animales terrestres del mundo (FAO y PNUMA, 2020).
- Los bosques representan alrededor del 50% de las reservas de carbono terrestre del planeta y son la fuente de tres cuartas partes del agua dulce accesible en el mundo
- Más de 1.600 millones de personas viven a menos de 5 km de un bosque (Miller et al., 2020).
- Más de la mitad de la fruta que se consume en el mundo (53%) procede de los árboles (Powell et al., 2013).
- El 10% de todos los árboles (casi 6.000 especies) tienen usos medicinales modernos o tradicionales (Jenkins et al., 2018).
Cada año se talan 15 300 millones de árboles como consecuencia de la explotación maderera, la deforestación, el cambio de uso del suelo (sustitución de bosques por pastos para el ganado o las ciudades) y otras formas de perturbación.
La superficie forestal mundial se ha reducido alrededor de un 40% en los últimos tres siglos, y 25 países han perdido por completo su cubierta forestal.
Alimentos, pero también madera, pasta de papel, medicinas, agua potable…
Entre las principales amenazas para los árboles se encuentran la agricultura, seguida de la explotación forestal y maderera, la ganadería y, por último, el desarrollo urbano.
Le siguen los incendios, la producción de energía, la minería, la proliferación de especies invasoras y el calentamiento global, una amenaza que irá en aumento, subrayan los autores.
Sin embargo, “las especies arbóreas proporcionan múltiples beneficios directos e indirectos a las personas, como alimentos, forraje (pienso para el ganado, nota del editor), madera, leña, fibra, pasta de papel, medicinas y agua limpia”, enumeran los investigadores.
A escala mundial, los árboles no sólo regulan el clima (absorbiendo CO2 de la atmósfera), sino también la formación y estabilización de los suelos, protegiéndolos de la erosión causada por la lluvia o las olas, al tiempo que favorecen la vida microbiana y animal en torno a sus raíces.
Estas plantas leñosas también están en el centro de los ciclos de los nutrientes y del agua.
Los animales dependen de los árboles para sobrevivir
¿Qué tienen en común el jaguar de América Latina, los gorilas de África Central, los lémures de Madagascar y el koala de Australia? Respuesta: La supervivencia de todos estos animales en peligro de extinción depende de la supervivencia de los árboles, que les proporcionan no sólo alimento y cobijo, sino también, por ejemplo, hojas para sus nidos, sombra para protegerse del sol y refugio contra los depredadores.
En términos más generales, los autores señalan que los bosques albergan alrededor del 80% de las especies de anfibios del mundo, el 75% de las especies de aves y el 68% de las especies de mamíferos, así como una incalculable diversidad de insectos y microorganismos.
Por desgracia, el declive común entre estos animales y sus indispensables aliados vegetales ya ha comenzado: el índice correspondiente a la abundancia de las especies forestales denominadas “especialistas” se redujo a la mitad entre 1970 y 2014.
“Cada árbol individual es miembro de múltiples redes ecológicas, formadas por las especies con las que el árbol interactúa a través de procesos como la competencia, el mutualismo (interacción para beneficio mutuo) y la depredación.
Si una especie arbórea desaparece de una comunidad ecológica concreta, las especies vinculadas al árbol dentro de estas redes también podrían desaparecer”, advierten los investigadores, que hablan de “cascadas de extinción”.
Cada especie arbórea cuenta
Pero, ¿qué ocurre realmente cuando desaparece una especie arbórea? La respuesta no es tan obvia.
En los ecosistemas existe un fenómeno conocido como “redundancia”. Varias especies cumplen la misma “función” (por ejemplo, depuración del agua, estabilización del suelo, etc.). Por ello, si una de ellas desaparece, las demás siguen cumpliendo su función.
Sin embargo, “las especies raras pueden tener papeles funcionales únicos en los ecosistemas y, en algunos casos, la prestación de un servicio (para los humanos, nota del editor) puede depender totalmente de la presencia de una especie rara”, señalan los autores.
En un bosque montañoso de Etiopía, especies protegidas como el enebro africano (Juniperus procera), el zigba (Afrocarpus falcatus) y el olivo (Olea europaea) prestan servicios esenciales a la población: leña y carbón vegetal, herramientas agrícolas, colmenas, medicinas, aromas para la leche e incluso cepillos de dientes. Sin embargo, para todos estos usos, los árboles más comunes no sustituyen a estas especies clave,
Lo mismo ocurre con las secuoyas gigantes de California, en Estados Unidos, cuyo valor estético, simbólico y espiritual es sencillamente insustituible.
Salvar los bosques: ¡algunas soluciones están en nuestras manos!
Aunque ya es demasiado tarde para bosques como la sabana de palmeras de Ayeyarwady central en Birmania, cuyo ecosistema ya se ha colapsado por completo, aún hay tiempo de actuar para preservar los árboles en otras partes del mundo, afirman los investigadores.
Los autores del estudio esbozan 7 soluciones para proteger los árboles:
Reconocer la importancia de cada especie arbórea, es decir, dejar de tratarlas como intercambiables o sustituibles;
Conservar y restaurar las poblaciones naturales de árboles, teniendo en cuenta los árboles amenazados a la hora de definir nuevas zonas protegidas;
Conservar y restaurar las poblaciones naturales de árboles, teniendo en cuenta los árboles amenazados a la hora de definir nuevas áreas protegidas;
Hacer frente a las amenazas directas a las especies arbóreas, como la tala ilegal y el cambio de uso del suelo;
Dar prioridad a las acciones para conservar los árboles, del mismo modo que se hace con los mamíferos o las aves, sin olvidar ninguna especie y centrando los esfuerzos en las más amenazadas;
Reforzar el papel de los árboles en la política medioambiental y climática, incluyéndolos en los objetivos de los convenios internacionales (biodiversidad, clima, comercio mundial);
Reforzar el papel de los árboles en el desarrollo sostenible y, en particular, en la lucha contra la pobreza, contra la que son bazas indispensables;
Actuar ahora en favor de los árboles, colectiva pero también individualmente, evitando, por ejemplo, comprar productos derivados de la deforestación, como el aceite de palma, ciertas maderas exóticas o la carne de ganado alimentado con soja.
Nuestro mensaje a la humanidad es recordar cómo los árboles enriquecen y sostienen nuestras vidas, como lo han hecho a lo largo de la historia de la humanidad, escriben los autores.
Aunque aún queda mucho por aprender sobre la biología, la ecología y las maravillas de los árboles, sí sabemos cómo conservarlos. También sabemos que es hora de actuar.
¡El futuro de los árboles está en nuestras manos!
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