Mega plantaciones de pinos en la Patagonia argentina: invasión territorial, incendios y falta de agua (primera parte)

Los pinos están devastando territorios y comunidades mediante el acaparamiento de tierras, la deforestación y el aumento de los incendios en ese país latinoamericano

Las políticas públicas argentinas subvencionan las plantaciones industriales de árboles, ahora en el marco de su política de lucha contra el cambio climático

Prevé aumentar la superficie actual de plantaciones de 1,3 millones de hectáreas, principalmente de pinos, a 2 millones de hectáreas para 2030. 

Los pinos están devastando territorios y comunidades por el acaparamiento de tierras, la deforestación y el aumento de los incendios.

Marzo de 2021 fue un mes infernal para las comunidades de la región andina de la Patagonia argentina. 

Voraces incendios azotaron el territorio, cuatro personas murieron y cientos de familias perdieron sus hogares y medios de vida. 

La región, situada al oeste de las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut, se extiende a lo largo de la cordillera de los Andes, cerca de Chile. 

Desde 1970, la política estatal ha consistido en sustituir el bosque autóctono por plantaciones de pinos exóticos de rápido crecimiento. Se ha ignorado el hecho de que esta especie es invasora y se propaga sin control en las plantaciones industriales.

Estos monocultivos han sido utilizados como pretexto para despojar y apropiarse de las tierras de las comunidades indígenas mapuches.

Un caso resonante ha sido el de las plantaciones de pinos del empresario Rolando Rocco, cerca de la localidad de El Bolsón, en la provincia de Río Negro. 

Desde septiembre de 2021, el lof (comunidad mapuche) de Quemquemtreu está recuperando su territorio ancestral. El gobierno reaccionó a esta acción con extrema violencia y estableció un estricto bloqueo policial. 

El 21 de noviembre, dos jóvenes de la comunidad fueron atacados con armas de fuego: uno murió y el otro resultó gravemente herido. Dos hombres vinculados a las plantaciones fueron detenidos por el crimen. 

El joven mapuche asesinado era Elías Garay Cayicol, de 29 años. En el mismo lugar, en 1993, la anciana mapuche Lucinda Quintupuray fue asesinada porque se negó a vender sus tierras, y posteriormente su hijo también fue asesinado; las autoridades nunca han abierto una investigación sobre estos crímenes. 

“El llamado Plan Forestal se ha apoderado del territorio de muchas familias mapuches”, explican desde la comunidad mapuche Las Huaytekas, en Río Negro. 

“Los que aún estamos en el territorio tenemos claras evidencias y hemos sufrido imposiciones, sometimientos, golpizas, despojos, desplazamientos forzados, procesos judiciales, modificación del hábitat, alteración de ecosistemas y recursos hídricos, pérdida de espacios para el pastoreo de animales, para la recolección de lawen [medicinas mapuches], frutos y madera”. Y constata que, 50 años después, sobreviven como “intrusos” en un bosque invadido por pinos, en parcelas minúsculas y en litigios judiciales.

A pesar de todos los efectos de las plantaciones, el gobierno argentino sigue subvencionando las plantaciones industriales, alegando ahora no sólo el llamado desarrollo económico, sino también su política de lucha contra el cambio climático. 

Planea aumentar la superficie actual de plantaciones de 1,3 millones de hectáreas, principalmente de pino, incluidas 100.000 en la Patagonia, a 2 millones de hectáreas para 2030. 

Plagas de siembra

Los pinos están sustituyendo al bosque autóctono en un proceso casi irreversible, debido a su alta tasa de reproducción, rápido crecimiento y regeneración tras los incendios forestales. Los pinos están extinguiendo la biodiversidad de la región: inhiben el crecimiento de otras plantas por las sustancias que segregan y porque secan el suelo. 

La invasión actual puede verse en muchas partes del bosque andino patagónico. Las semillas arrastradas por el viento germinan incluso en lengales altos (ecosistemas forestales patagónicos) y a menudo se han encontrado ejemplares creciendo a decenas de kilómetros de la plantación original. 

El pino y los incendios forestales

En las plantaciones de pinos, el fuego se propaga cinco veces más rápido que en el bosque nativo y treinta veces más rápido que en la estepa arbustiva. Las semillas de pino son resistentes al fuego y germinan fácilmente después de un incendio. 

De 1.000 pinos por hectárea en una plantación, 21.000 germinaron tras el incendio de 2012, según un estudio de la Universidad Nacional del Comahue. Cada incendio produce, por tanto, más material combustible, lo que se traduce en incendios cada vez más violentos.

El cambio climático también está produciendo más sequía, más calor y vientos muy fuertes. En este contexto, la continuación del programa de plantación masiva equivale a multiplicar las condiciones para futuras catástrofes.

Los pinos y el agua

Varias ciudades de la Cordillera Patagónica argentina han sido rodeadas por los llamados “bosques comunales”, que en realidad son plantaciones de pino ponderosa. 

En la mayoría de los casos, se plantaron con el pretexto de que ayudarían a estabilizar las zonas en pendiente y a reducir la presión sobre los bosques autóctonos, supuestamente para crear una industria regional que no dependiera de la madera del norte del país.

Además, en las dos últimas décadas han desaparecido pequeñas fuentes de agua utilizadas por la población local. Es el caso de la localidad de Esquel, en Chubut, donde la comunidad pensó en un principio que tal vez se trataba de una consecuencia del cambio climático. 

Más tarde, se dieron cuenta de que las fuentes de agua se secaban a medida que crecían las plantaciones.

Un número creciente de investigaciones, en particular sobre cuestiones sociales y territoriales, pone de relieve el elevado consumo de agua de las especies exóticas (como el pino) en comparación con los bosques nativos y los pastizales y arbustos esteparios. 

Un examen de más de 500 cuencas fluviales de todo el mundo muestra un fuerte descenso del caudal de los ríos donde se ubican las plantaciones, un fenómeno especialmente acusado en las zonas secas. 

El caudal medio disminuyó un 40% con las plantaciones de pinos y un 75% con las de eucaliptos. También se ha demostrado que la enorme demanda de nutrientes del suelo altera la calidad química de las aguas superficiales y subterráneas. 

Para prever lo que podría ocurrir en el lado argentino de los Andes si continúa el plan forestal, vale la pena examinar los efectos en el otro lado de los Andes, en el Gulu Mapu, donde la superficie plantada con pinos y eucaliptos ha alcanzado los 3 millones de hectáreas.

En el centro-sur de Chile, en el Gulu Mapu (territorio mapuche), investigadores y comunidades locales denuncian que los monocultivos de pinos y eucaliptos contribuyen más que el cambio climático a la reducción de los caudales de agua. Impuestas durante la dictadura de Pinochet, las plantaciones han alcanzado ahora un nivel de invasión incontrolable.

Las comunidades mapuches y campesinas del sur de Chile son cercadas o, peor aún, invadidas o desalojadas para establecer plantaciones industriales. Ellos fueron los primeros en sufrir las consecuencias del modelo.

Sigamos reflexionando sobre las empresas forestales en el próximo artículo para concluir qué acciones se podrían tomar ¡Sigue leyendo!

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