Incendios forestales y cuatro veranos de sequía consecutivos en la Patagonia


La Patagonia atraviesa una crisis sin precedentes, con incendios forestales fuera de control y, por primera vez en un siglo, cuatro veranos consecutivos de sequía extrema. Esto ha hecho que los incendios intencionales ocurridos en la Cordillera se vuelvan incontrolables debido a una combinación entre las condiciones climáticas, la acumulación de biomasa en los bosques y un crecimiento urbano desordenado que ha incrementado el riesgo que el fuego se propague.
Ante esta situación alarmante, científicos como el Dr. Mariano Amoroso, investigador de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ciudadanos locales y miembros de organizaciones ambientales como Greenpeace Argentina han comenzado a exigir medidas urgentes para combatir el fuego y prevenir futuros siniestros.
Amoroso, que también pertenece al Instituto en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), ha advertido que estos incendios han alcanzado una magnitud preocupante. En lo que va del verano, ¡el fuego ha destruido más de 35 mil hectáreas!
Incendios forestales que están devastando la Patagonia
En lo que va del año, los incendios en la Patagonia han consumido más de 35 mil hectáreas. Pero lamentablemente, este no parece ser el número final de este atentado contra la naturaleza. Aún existen focos activos en las provincias de Chubut, Río Negro y Neuquén. Y debido a la falta de lluvias y las altas temperaturas de la región, el fuego se ha propagado con facilidad quemando bosques nativos, zonas rurales y áreas protegidas.
En Chubut, por ejemplo, las zonas de Lago Puelo y Epuyén han sido las más afectadas, con más de 12 mil hectáreas afectadas. Mientras que en Río Negro los incendios han arrasado sectores de la región andina y la estepa patagónica, con más de 9 mil hectáreas quemadas. En la provincia de Neuquén, hasta el momento se han reportado más de 6500 hectáreas consumidas por el fuego, incluyendo sectores del Parque Nacional Lanín. Y en Santa Cruz, hubo más de 4 mil hectáreas quemadas en áreas rurales y zonas de reserva.

Para combatir el fuego, las autoridades han desplegado brigadistas y medios aéreos, pero la magnitud de los incendios y las dificultades del terreno han complicado sus tareas. Por este motivo, y a pesar de los esfuerzos incansables de los bomberos y voluntarios, la pérdida de biodiversidad y el impacto sobre las comunidades locales han sido devastadores.
La influencia del cambio climático y el deterioro de los bosques
Si bien la mayoría de estos incendios fueron causados por la mano intencional del hombre (probablemente de empresarios inescrupulosos de la industria agropecuaria o inmobiliaria), los expertos advierten que el cambio climático es la principal causa por la que estos eventos se han vuelto incontrolables una vez que suceden.
Las olas de calor cada vez más frecuentes, el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones se suman a que los bosques presentan una gran acumulación de biomasa. Para colmo de males, la expansión urbana que ha habido en los últimos años en la región, sin ningún tipo de regulación en zonas rurales y boscosas (como en los alrededores de El Bolsón) ha complicado la tarea de los brigadistas. Esto se debe a que, muchas personas se instalan en áreas con alta carga de combustible, ya que desconocen los riesgos de vivir allí.
La motosierra barrió con los bosques nativos
Desde la asunción de Javier Milei, hubo un terrible desfinanciamiento del Plan Nacional de Manejo del Fuego. El presupuesto destinado a brigadistas e infraestructura para combatir los incendios se ha reducido enormemente y la región no cuenta con los recursos necesarios para enfrentar eventos climáticos de esta magnitud.

Esto ha dejado a las comunidades locales completamente vulnerables. Y la gran mayoría de las brigadas para combatir el fuego están conformadas por los propios pobladores, que se han organizado de forma autogestionada para suplir la labor del Estado ausente.
Por otro lado, y ante la falta de apoyo estatal, diversas organizaciones y ciudadanos han puesto manos a la obra para auxiliar a las familias afectadas. La Universidad Nacional de Río Negro, por ejemplo, estableció un centro de acopio en su subsede de El Bolsón para recibir donaciones, además de abrir una cuenta solidaria para la compra de insumos esenciales como tanques de agua, mangueras, bombas de agua y equipos de protección para los brigadistas voluntarios.
Pero aunque estas redes han sido fundamentales, no son suficientes. Sin un Estado realmente comprometido con cuidar los bosques nativos del país, es probable que los incendios intencionales continúen sucediendo. La única manera de detenerlos es a través de políticas integrales de prevención y manejo del fuego a largo plazo.