El rol fundamental del tapir en la preservación de los bosques argentinos y su vulnerabilidad
En un reciente estudio llevado a cabo por especialistas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), se confirmó la relevancia fundamental del tapir (Tapirus terrestris) en la dispersión de semillas a larga distancia en los bosques argentinos. Los resultados de la investigación subrayan la necesidad de conservar esta especie, que actualmente se encuentra en estado vulnerable, debido a los invaluables servicios ecológicos que proporciona para la preservación de los ecosistemas en diversas regiones del país. Los bosques, además de ser hábitats para una amplia diversidad de vida, desempeñan un papel crucial en la salud y el bienestar humano, proporcionando recursos esenciales como agua y alimentos, y ayudando a regular el clima. A pesar de su vital importancia para la vida de los bosques, varias organizaciones ambientalistas, incluyendo a Greenpeace Argentina, han denunciado que la subsistencia del tapir se encuentra bajo grave amenaza.
Colaboración científica para entender la dispersión de semillas
El estudio fue desarrollado por un equipo de investigadores del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM), en colaboración con especialistas del Centro de Investigación de Animales Silvestres (CIASI) de Itaipú Binacional y del Instituto de Ecología Regional (IER, CONICET – UNT). Los hallazgos fueron publicados en la revista científica Oikos.
Para llevar a cabo esta investigación, los científicos realizaron un experimento comparativo para evaluar la eficacia del tapir en la dispersión de semillas en relación con otras dos especies de mamíferos medianos: el zorro de monte (Cerdocyon thous) y el mono aullador (Alouatta caraya). Estas tres especies fueron seleccionadas debido a su capacidad para ingerir semillas más grandes, lo que las diferencia de las aves y otros frugívoros más pequeños.
Experimento con implicancias ecológicas
El experimento incluyó ensayos de alimentación para medir el tiempo que las semillas permanecían en el tracto digestivo de cada especie. Esta información, combinada con un modelo que simulaba el movimiento de los animales, permitió a los investigadores estimar las distancias de dispersión de las semillas. También se realizaron experimentos de germinación con semillas de la palmera pindó (Syagrus romanzoffiana), una planta conocida por la prolongada disponibilidad de sus frutos a lo largo del año.
Mariano Giombini, investigador del CONICET en el IBS y primer autor del artículo, explicó que las plantas, al ser organismos sésiles, no pueden moverse por sí mismas. Solo tienen la capacidad de desplazarse durante su etapa de semillas, lo que les permite colonizar nuevas áreas y encontrar sitios adecuados para establecerse. Algunas semillas logran moverse a través del viento, otras mediante espinas o estructuras adhesivas que se adhieren al pelaje de los animales, y otras, como en el caso del tapir, al ser ingeridas como alimento, son transportadas en el sistema digestivo del animal y depositadas en un nuevo lugar cuando este evacua.
El tapir: un dispersor de semillas insustituible
El tapir, el mamífero nativo más grande de los bosques sudamericanos, se destaca por su tamaño imponente y su capacidad para recorrer largas distancias, lo que lo convierte en un dispersor de semillas de vital importancia. Este robusto animal puede llegar a pesar hasta 250 kilos en su etapa adulta y es conocido por su larga nariz, que le permite alcanzar y arrancar brotes y hojas. Su agudo sentido del olfato, junto con su audición, son sus principales herramientas para encontrar alimento y detectar depredadores.
Aunque en el pasado habitaba en varias provincias del norte de Argentina, hoy en día su presencia se limita a áreas protegidas en tres regiones: la Selva Misionera, el Bosque Chaqueño y las Yungas. Giombini señaló que, al igual que otros grandes vertebrados, el tapir se ve amenazado por la pérdida de su hábitat y la cacería, factores que lo ponen en riesgo de extinción. Este mamífero es el único gran vertebrado que sobrevivió a la extinción masiva de la megafauna al final del Pleistoceno, hace aproximadamente 10.000 años. El estudio se propuso, entre otras cosas, evaluar si otros frugívoros de mediano porte, como el zorro de monte o el mono carayá, podrían sustituir funcionalmente al tapir como dispersores de semillas.
Tránsito digestivo en la germinación de semillas
Además de la capacidad de transportar semillas, el paso de estas por el tracto digestivo de los animales también influye en su capacidad de germinación. Según Giombini, los resultados del estudio mostraron que las tres especies analizadas son igualmente efectivas en mejorar la capacidad germinativa de las semillas. Sin embargo, el efecto positivo en la germinación disminuye con el tiempo de retención de las semillas en los tractos digestivos de los monos aulladores y tapires, lo que revela un compromiso entre el éxito de germinación y la distancia de dispersión.
Los investigadores concluyeron que, aunque zorros y monos pueden tener un efecto positivo similar en la germinación de semillas, el tapir desempeña un papel crucial en la dispersión a larga distancia, un servicio ecológico que probablemente no puede ser reemplazado por frugívoros de menor tamaño. La pérdida de los tapires podría tener un impacto significativo en muchas especies de plantas, limitando su capacidad para colonizar nuevos hábitats o adaptarse al cambio climático.
Conservar los bosques argentinos
Giombini destacó que estudios como este son esenciales para la conservación de los recursos naturales en Argentina y Sudamérica. Se trata de investigaciones básicas que tienen implicancias directas en nuestro conocimiento sobre los ecosistemas. Los bosques son sistemas complejos, y entender cómo funcionan es crucial para comprender el impacto potencial que puede tener la pérdida de especies animales o vegetales que interactúan entre sí y brindan servicios ecológicos irremplazables. La protección del tapir no solo asegura la continuidad de este dispersor de semillas, sino que también es fundamental para la salud y la resiliencia de los bosques argentinos.
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