El fuego en la Patagonia destruye uno de los bosques templados mejor preservados del planeta

Mientras se escriben estas líneas, un desastre ecológico se desarrolla en el sur de Argentina. Los incendios forestales avanzan sin control en Chubut, Río Negro y Neuquén, consumiendo miles de hectáreas de los bosques andino-patagónicos, una de las últimas reservas de bosques templados del mundo. En lo que va de 2025, más de 25.000 hectáreas han sido reducidas a cenizas, con la mayoría de los focos iniciados por actividades humanas, ya sea de manera intencional o accidental.

El cambio climático, sumado a la sequía, los fuertes vientos y la proliferación de especies exóticas como los pinos, han generado el escenario perfecto para que las llamas se expandan con rapidez. Ante esta crisis, Greenpeace Argentina reclama medidas urgentes: aumentar la prevención, dotar de más recursos a los brigadistas y reforzar la infraestructura para el combate del fuego. Sin embargo, la solución de fondo pasa por penalizar las acciones que originan los incendios y detener la destrucción sistemática de los bosques nativos.

Cifras que evidencian la magnitud del desastre

De acuerdo con un informe de Greenpeace Argentina, entre octubre de 2023 y marzo de 2024 se incendiaron 7.747 hectáreas en la región de los bosques andino-patagónicos. La actual temporada de incendios ya ha triplicado esa cifra, evidenciando el avance implacable de las llamas.

Según datos oficiales, los incendios forestales activos han devastado vastas extensiones de terreno en distintas provincias: 5.000 hectáreas en el Parque Nacional Lanín (Neuquén), 10.764 en el Parque Nacional Nahuel Huapi (Río Negro), 2.913 en Mallín Ahogado, El Bolsón (Río Negro), 3.530 en Epuyén (Chubut), 3.200 en Atilio Viglione (Chubut) y 40 en El Pedregoso (Chubut). A esto se suman 450 hectáreas afectadas en Caviahue (Neuquén), donde el fuego ha sido extinguido.

En total, se han perdido 25.447 hectáreas de bosques, plantaciones, pastizales y viviendas, lo que representa una tragedia ambiental y social de enormes dimensiones.

Ecosistema de los bosques templados en peligro

El impacto de estos incendios va mucho más allá de la pérdida de flora y fauna. Los bosques andino-patagónicos albergan especies únicas y en peligro de extinción, como el huemul, el huillín, el monito del monte, el carpintero gigante patagónico y el puma, entre muchas otras. Cada hectárea consumida por el fuego significa la destrucción de hábitats esenciales para la biodiversidad de la región.

Además, la recuperación de los bosques nativos tomará décadas. Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace Argentina, advierte que la situación actual es un verdadero ecocidio. En su opinión, la crisis climática está incrementando la frecuencia e intensidad de los incendios forestales, y las autoridades políticas no están tomando las medidas necesarias para abordar esta problemática con la seriedad que requiere. Si no se actúa con urgencia, estos eventos seguirán repitiéndose con mayor magnitud en el futuro.

Cómo colaborar en esta emergencia

Mientras los incendios avanzan, cientos de brigadistas y bomberos voluntarios luchan contra el fuego, arriesgando sus vidas para proteger los bosques y las comunidades afectadas. Ante esta situación, cualquier ayuda es valiosa. Se puede colaborar con donaciones destinadas a Bomberos Voluntarios de El Bolsón mediante el alias bancario MOTOR.TUNEL.PERA.

La solidaridad de la sociedad es crucial, pero no debe reemplazar la responsabilidad del Estado en la prevención y gestión de incendios forestales. Es imprescindible que se destinen más recursos a la protección de los bosques y se refuercen las políticas de control y penalización para quienes provocan estos desastres ambientales.

Se necesita una respuesta firme

Argentina se encuentra en una emergencia forestal. La experiencia ha demostrado que las multas no son suficientes para frenar la destrucción de los bosques. Por ello, Greenpeace insiste en la necesidad de prohibir y penalizar de manera contundente los desmontes y los incendios provocados.

La continuidad de la deforestación no solo acelera el cambio climático, sino que también tiene consecuencias devastadoras para el medio ambiente y las comunidades locales. La destrucción de los bosques implica la desaparición de especies, el aumento de inundaciones y sequías, el desplazamiento forzado de comunidades campesinas e indígenas y la pérdida de recursos esenciales como alimentos, madera y medicinas. Además, el daño ambiental favorece la proliferación de enfermedades y el deterioro de la calidad de vida.

Frente a este escenario alarmante, es momento de actuar. La urgencia de la situación exige que las autoridades implementen políticas efectivas para la conservación de los bosques y la prevención de incendios. De lo contrario, el país seguirá enfrentando catástrofes ambientales cada vez más graves.

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