El devastador saldo de los incendios forestales en América durante 2024


Los incendios forestales han devastado a América durante 2024, dejando tras de sí un rastro de destrucción sin precedentes en los últimos años. Desde las heladas regiones boreales de Canadá hasta las frondosas áreas del sur de Chile, el fuego no solo ha consumido millones de hectáreas, sino también ha puesto en evidencia las carencias en la gestión ambiental y los desafíos impuestos por el cambio climático. Las tragedias humanas y ecológicas se han multiplicado, afectando tanto a comunidades locales como a ecosistemas clave. Un ejemplo reciente es el incendio en Malibú, California, donde miles de personas fueron evacuadas, carreteras quedaron bloqueadas y las escuelas cerraron ante la amenaza de las llamas.
Canadá enfrenta un año histórico de incendios forestales
En Canadá, 2024 marcó el segundo peor año en dos décadas en términos de incendios forestales, con 5.703 incendios que arrasaron 5,3 millones de hectáreas. Estas cifras reflejan no solo un daño directo a las comunidades y la biodiversidad, sino también un impacto transfronterizo debido a densas nubes de humo que se desplazaron hacia Estados Unidos, deteriorando la calidad del aire.
Las condiciones que facilitaron estos incendios incluyeron prolongadas sequías, altas temperaturas y rayos que encendieron vastas áreas de bosques boreales. Mayo fue particularmente devastador, cuando la Columbia Británica alcanzó emisiones de carbono estimadas en 13,5 megatoneladas, según datos del programa de observación Copernicus, liderado por la Unión Europea y la Agencia Espacial Europea.

Bolivia y Brasil: tragedias en el corazón de Sudamérica
Bolivia enfrentó la peor crisis de incendios forestales de su historia, con un total de 9,8 millones de hectáreas devastadas, según cifras oficiales, y 14 millones de hectáreas según la fundación Tierra. De esta superficie, el 60 % correspondió a bosques, lo que agravó la emisión de partículas PM2.5 a niveles que durante meses superaron los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
Brasil tampoco fue ajeno a la tragedia, con incendios que afectaron la Amazonía y el Pantanal, dos de los ecosistemas más importantes del mundo. Estas catástrofes liberaron 176,6 y 18,8 megatoneladas de carbono, respectivamente, según Copernicus. Además de la pérdida de biodiversidad, estas emisiones masivas de gases de efecto invernadero comprometieron la supervivencia de las comunidades indígenas que dependen directamente del bosque.
Chile y Argentina: ecosistemas bajo amenaza
En el sur de Chile, los incendios forestales arrasaron zonas rurales y bosques nativos, exacerbados por una sequía histórica y vientos intensos. Las comunidades locales sufrieron evacuaciones masivas, mientras que los recursos de emergencia resultaron insuficientes frente a la magnitud del desastre. Esta temporada de incendios es considerada una de las más graves en años recientes para el país.
En Argentina, las provincias de Córdoba y el Delta del Paraná fueron las más afectadas. En Córdoba, se quemaron 100.000 hectáreas hasta octubre, según organizaciones ambientalistas que atribuyen la mayoría de estos siniestros a incendios provocados. La combinación de sequías extremas y prácticas agrícolas inadecuadas intensificó los daños, impactando tanto la biodiversidad como la economía agrícola de la región.

Impactos globales de una tragedia regional
Según advirtieron las organizaciones ambientalistas, como Greenpeace, los incendios forestales en América durante 2024 no solo devastaron ecosistemas locales, sino que también dejaron huellas significativas a nivel global. Las emisiones de millones de toneladas de dióxido de carbono contribuyeron al calentamiento global, mientras que la calidad del aire se deterioró en varias regiones del mundo debido al humo transportado por los vientos. Las pérdidas materiales y agrícolas alcanzaron miles de millones de dólares, aumentando la presión sobre los presupuestos nacionales destinados al control y la mitigación de los daños.
Países como Paraguay, Perú, Colombia y Venezuela también enfrentaron emergencias por incendios forestales, muchas veces provocados o exacerbados por actividades humanas como la expansión agrícola, la deforestación ilegal y la gestión inadecuada de residuos. Estas prácticas, sumadas a los efectos del cambio climático, crearon las condiciones perfectas para la propagación de las llamas.
Respuesta internacional coordinada
La magnitud de los incendios forestales en América durante este año evidencia la necesidad de fortalecer la cooperación internacional. Es crucial implementar estrategias conjuntas que prioricen la prevención y el monitoreo, así como el uso de tecnología avanzada y sistemas de alerta temprana para enfrentar estos desastres.
Proteger y restaurar ecosistemas clave como la Amazonía y los bosques del sur del continente es una prioridad para reducir los impactos ambientales y sociales. Solo mediante esfuerzos globales y coordinados podrá evitarse que tragedias como las de 2024 se repitan en el futuro.