Recomendaciones científicas para mantener vivos los bosques

Enfrentados a sequías persistentes, olas de calor, erosión por lluvias torrenciales, pérdida de nutrientes, infestaciones y grandes incendios, los bosques son alarmantemente vulnerables en la actualidad. 

Mientras los bosques enfrentan su peor hora, la población demanda cada vez más del mundo rural, y busca utilizar la madera local como material sostenible y autóctono. 

¿Cómo gestionar todo esto? Estas propuestas con base científica para mejorar la gestión de los bosques se han presentado como una opción para mejorar su situación. 

El mensaje clave de estas recomendaciones es que la gestión forestal debe ayudar a los bosques -sistemas vivos y dinámicos- a superar tres retos a la vez: mantener su biodiversidad, ser más resilientes al cambio climático y proporcionar los servicios que la sociedad quiere de ellos. 

Esto se puede conseguir mediante una gestión forestal basada en la ciencia con la que estén de acuerdo las partes interesadas locales. 

Es necesario identificar prácticas de gestión que permitan un desarrollo sostenible de la bioeconomía forestal, haciendo posible el uso de los productos y servicios de los bosques sin dañar su salud ni impedir su correcto funcionamiento. También es partidario de diversificar las prácticas de gestión, con niveles de intervención adaptados a cada lugar y a cada objetivo. 

En este sentido, el centro es consciente de que la no intervención (aparente no gestión) también debe considerarse gestión forestal, si se trata de una opción basada en la planificación y con un objetivo claro.

No existe un enfoque único para la gestión forestal

Las recomendaciones hacen hincapié en la gran diversidad de paisajes y bosques. Cada bosque se encuentra en un estado específico y tiene un conjunto único de circunstancias climáticas, topográficas, socioeconómicas e históricas. 

Teniendo esto en cuenta, el enfoque que se dé a la gestión debe depender de las funciones que se pretendan restaurar, mantener o mejorar en cada territorio o paisaje. No podemos esperar obtener todo lo que queremos de cada bosque

Además, los científicos señalan que los ecosistemas, y los bosques en particular, son multifuncionales; es decir, al mismo tiempo que contribuyen a nuestro bienestar, desempeñan diferentes funciones, como regular el clima y proporcionarnos desde opciones de ocio hasta madera y setas. 

Para ello será necesaria una gestión coordinada del territorio por parte de las autoridades competentes, con la ayuda de expertos y la participación de las partes interesadas (propietarios forestales, ganaderos, grupos conservacionistas, empresarios del sector del turismo verde, etc.).

Las recomendaciones prestan especial atención a las amenazas y vulnerabilidades provocadas por la emergencia climática. 

En este contexto, la gestión debe ser preventiva, debido al riesgo de incendios, y adaptativa, para ayudar a los bosques a hacer frente al cambio climático. 

Las medidas necesarias variarán de una zona a otra; no se pueden aplicar las mismas medidas en todas partes, en parte por los costes financieros y sociales que conllevan y en parte porque no siempre son eficaces. 

En las zonas más accesibles y consideradas estratégicas para el control de incendios o donde el riesgo para la población es mayor, será necesario crear paisajes con menor carga de combustible y más cortafuegos. 

En las zonas menos accesibles o más remotas, la gestión forestal deberá dejarse en última instancia a la dinámica de la naturaleza, incluidos los incendios y la sequía.

Por último, la gestión debe garantizar que los bosques se mantengan sanos y llenos de vida. Por consiguiente, una parte importante de los bosques mejor conservados debería dejarse madurar, gestionada únicamente por la dinámica de la naturaleza.

Ideas y propuestas para el futuro de los bosques

La gestión forestal debe hacer frente a unas circunstancias climáticas y sociales nuevas y rápidamente cambiantes, que están provocando alteraciones en la composición de las especies y pérdida de biomasa.

La respuesta de los bosques, ya sea gradual o más abrupta, será la mortalidad masiva de árboles, desencadenada principalmente por la sequía, la infestación y/o los incendios. Los bosques ya se enfrentan a nuevas demandas de la sociedad, que se suman a la presión a la que están sometidos los servicios ecosistémicos que prestan. Debemos ayudarles a adaptarse a su nuevo contexto socioambiental.

El objetivo primordial de la gestión forestal debe ser restaurar, mantener o mejorar la salud o funcionalidad ecológica de los bosques. Esta es la única manera de asegurar la conservación de su biodiversidad y la disponibilidad a largo plazo del bienestar y los servicios que proporcionan. 

La gestión forestal debe permitirnos ganar tiempo y evitar transiciones traumáticas que pueden comportar pérdida de suelo, ruptura de servicios ecosistémicos y colapso de la biodiversidad, así como los riesgos para la población que comportan perturbaciones como los incendios forestales.

En algunos casos, por ejemplo, se puede combinar una gestión centrada en la actividad forestal con otra orientada a la prevención de incendios o a la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, esto no tiene por qué ser siempre así; hay que elegir.

El mantenimiento de la funcionalidad de los bosques requiere herramientas de gestión forestal muy diversas, con grados de intervención graduales que van desde dejar que las zonas forestales evolucionan libremente hasta sustituirlas por cultivos o pastos, e incluyen también permitir la tala, cuya frecuencia y extensión dependerá de los objetivos específicos de cada bosque y de su contexto socioambiental. 

Esta gestión es inevitablemente compleja. Debe aplicarse a escalas espaciales muy diferentes e integrarse en los sistemas socioeconómicos locales. Tiene resultados a medio y largo plazo.

La gestión forestal debe basarse en conocimientos científicos: Debe tener en cuenta el estado de salud actual de cada bosque, sus funciones y servicios potenciales, así como las circunstancias ambientales actuales y las que se derivarán del cambio climático. 

Además, debe tener en cuenta diferentes escalas temporales (décadas, como mínimo) y espaciales muy diferentes (rodal, paisaje, cuenca, región). 

Existen numerosos organismos dedicados a la investigación que podrían aportar información y datos de calidad que deberían utilizarse para planificar la gestión.

La gestión forestal debe priorizar las soluciones basadas en la naturaleza, que permitan a los bosques conservar la complejidad que necesitan para ser resilientes a los cambios y capaces de ofrecer múltiples funciones y servicios ecosistémicos 

Hay pocas posibilidades de que un bosque monoespecífico con una estructura simplificada pueda darnos todo lo que buscamos de él. El concepto de soluciones basadas en la naturaleza debería permitirnos armonizar las estrategias macro en materia forestal, de gestión del territorio y de conservación de la biodiversidad.

Los bosques deben considerarse ecosistemas clave; deben valorarse por su papel en la conservación de la biodiversidad y por las funciones, bienes y servicios esenciales que ofrecen a la sociedad. 

Para ello, debemos ampliar nuestro concepto de gestión forestal para incluir la recuperación y el mantenimiento de los procesos naturales como herramienta esencial.

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