El cultivo del tabaco: un desastre medioambiental

Tabaco y deforestación: un tema que requiere reflexión y acción urgentemente ¡entender el impacto que esta industria provoca es prioridad!

Mientras que la conciencia sobre los peligros para la salud del consumo de tabaco fue en aumento, la relación entre la industria del tabaco y su impacto en el medio ambiente ha permanecido en gran medida en la sombra. Es hora de hablar de este tema clave. 

Es esencial entender que el cultivo de tabaco no sólo daña nuestra salud personal sino que también está teniendo un impacto significativo en el planeta que compartimos.

Desde la deforestación masiva hasta la degradación del suelo y el consumo excesivo de recursos hídricos, la producción de tabaco es una de las principales culpables de los problemas medioambientales en todo el mundo. 

Además, los efectos adversos no se limitan solo al medio ambiente, ya que también afectan gravemente la salud de las comunidades locales y los trabajadores de la industria.

En esta nota, analizaremos cómo el cultivo de tabaco contribuye al empobrecimiento del suelo, la deforestación y el uso desmedido de recursos hídricos, al tiempo que expondremos los riesgos asociados a la exposición a pesticidas y la ingestión de nicotina. 

A medida que las preocupaciones ambientales se intensifican, es vital que comprendamos la intersección entre la industria tabacalera y el medio ambiente y consideremos medidas para abordar este problema de manera efectiva.

Entender la cultura del tabaco y su impacto en el medio ambiente

Los fumadores están bien informados sobre los peligros del consumo de tabaco para la salud, y cada vez más sobre el impacto ecológico de las colillas. Se sabe mucho menos sobre el impacto medioambiental del cultivo de tabaco. 

Sin embargo, ahora sabemos que la industria tabaquera es una de las más contaminantes y desastrosas para la biodiversidad.

El tabaco: un cultivo que contribuye al empobrecimiento del suelo

Además de la contaminación que provoca en el momento de su consumo (emisiones de gases de efecto invernadero, contaminación del suelo y del agua por las colillas), el tabaco también causa daños medioambientales considerables durante su ciclo de producción. 

El propio cultivo del tabaco, antes de su transformación en cigarrillos, tiene múltiples impactos medioambientales: deforestación, empobrecimiento del suelo y consumo excesivo de recursos hídricos.

Cultivo de tabaco y deforestación

El cultivo de tabaco requiere una enorme cantidad de espacio. En Sudamérica, el Caribe, Oriente Medio, el sur de África y el sudeste asiático se talan cientos de miles de hectáreas para cultivar plantas de tabaco. 

Con la destrucción de 600 millones de árboles al año, la industria tabaquera es responsable por sí sola del 5% de la deforestación mundial.

Para colmo, el cultivo de tabaco se concentra en zonas que ya son especialmente vulnerables al riesgo de desertificación.

Otro factor es el uso de la combustión de madera para acelerar el secado de las hojas de tabaco tras la cosecha: se necesita un árbol entero para producir 15 paquetes de cigarrillos.

El tabaco también causa daños considerables al medio ambiente durante su ciclo de producción.

Cómo agota el suelo el cultivo de tabaco

La ausencia de rotación de cultivos es perjudicial para el suelo, que se queda sin nutrientes. La industria tabaquera acapara millones de hectáreas para el monocultivo intensivo de plantas de tabaco, que son especialmente intensivas en nutrientes. 

Para ello, se apropia de tierras agrícolas destinadas a la producción de alimentos, lo que agrava la inseguridad alimentaria de las poblaciones locales. 

Tras sólo un año de cultivo de tabaco, la rehabilitación del suelo es difícil y costosa. Varios países, como Brasil, India, Cuba y Jordania, ya están sufriendo la desertificación como consecuencia directa del cultivo de tabaco.

Un cultivo ávido de agua

Desde el cultivo del tabaco hasta la eliminación de las colillas, cada cigarrillo requiere una media de 3,7 litros de agua. 

El cultivo del tabaco, en particular, requiere mucha agua. A escala mundial, el cultivo de tabaco consume 22.000 millones de toneladas de agua al año, según un informe de la OMS publicado en 2022.

Tabaco: un cultivo que requiere numerosos fertilizantes y pesticidas sintéticos

Estos pesticidas y fertilizantes químicos tienen efectos nocivos sobre la biodiversidad y las aguas subterráneas.

Dado que el cultivo del tabaco es intensivo y especialmente intensivo en nutrientes, el suelo se agota rápidamente: las plantas quedan así debilitadas y necesitan aún más tratamientos químicos para resistir enfermedades y parásitos, crecer rápidamente y garantizar la mayor rentabilidad posible a la industria.

El cultivo del tabaco es el sexto mayor consumidor de pesticidas, con 185.000 toneladas al año, y uno de los mayores contaminantes. 

La mayoría de los productos utilizados -insecticidas, fungicidas, herbicidas, reguladores del crecimiento y fumigantes- están prohibidos en países ecológicamente comprometidos como Francia. Sin embargo, no están sujetos a ningún control ni marco legislativo en los países en desarrollo, donde se produce el 90% de las hojas de tabaco.

Estos pesticidas y fertilizantes químicos tienen efectos nocivos sobre la biodiversidad y las aguas subterráneas. A

Algunos productos, como el bromuro de metilo utilizado para fumigar los suelos antes de la plantación, también dañan la capa de ozono.

Riesgos para las personas

Además de la inseguridad alimentaria provocada por el cultivo de plantas en las zonas donde la industria tabaquera se está apoderando de las tierras cultivables, las poblaciones locales se enfrentan a otros riesgos sanitarios importantes.

La exposición a pesticidas y fertilizantes sintéticos es la causa de graves problemas de salud, que afectan no sólo a las personas que viven cerca de las plantaciones, sino sobre todo a los trabajadores que allí trabajan a diario. Tumores benignos y malignos, alteraciones endocrinas, cambios genéticos, trastornos neurológicos y sanguíneos, riesgo de infertilidad y disfunción renal son algunas de las consecuencias sanitarias reconocidas de la exposición a los pesticidas.

Menos conocidos son los riesgos indirectos asociados al uso de sustancias tóxicas en los campos de tabaco: pueden provocar la selección genética de mosquitos resistentes a los insecticidas, dificultando así la lucha contra el paludismo, especialmente extendido en las regiones del mundo donde se cultiva tabaco, sobre todo en el sur de África, India y Sudamérica.

Por último, los cultivadores de tabaco están masivamente expuestos a la nicotina al manipular hojas de tabaco húmedas. 

Se calcula que la ingesta diaria de nicotina de un trabajador en un campo de tabaco equivale al consumo de 50 cigarrillos. 

Esta cifra es aún más considerable si se tiene en cuenta que muchos niños trabajan en el cultivo de tabaco. Son especialmente vulnerables a la intoxicación por nicotina, también conocida como “enfermedad del tabaco verde”, que provoca malestar, debilidad muscular, vómitos y dolores de cabeza.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo de las Naciones Unidas especializado en salud pública, alerta a los consumidores y a las autoridades públicas sobre el doble impacto nocivo de la industria tabacalera, tanto para la salud humana como para el medio ambiente. 

Frente a los daños medioambientales y sanitarios causados en todas las etapas del ciclo de vida de un cigarrillo, empezando por el cultivo del tabaco, la OMS fomenta todas las iniciativas y medidas adoptadas en varios países para sensibilizar a los consumidores de tabaco, por una parte, y responsabilizar a las empresas tabaqueras, por otra. 

Se apunta, por ejemplo, a introducir una legislación “quien contamina paga” para una industria responsable de toneladas de residuos con reconocidos efectos nocivos para el medio ambiente. 

También implica apoyar a los cultivadores de tabaco en las fases previas del proceso para ayudarles a cambiar a cultivos sostenibles.

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