Ecosistema: Definición, ejemplos e importancia

Para saber todo sobre los ecosistemas, sigue leyendo

¿Qué es un ecosistema? La definición de ecosistema, cómo funciona, cómo le afecta el ser humano y por qué. A continuación encontrará respuesta a todas estas cuestiones.

Definición sencilla de ecosistema

La definición más sencilla de ecosistema es que se trata de una comunidad o grupo de organismos vivos que viven e interactúan entre sí en un entorno específico.

Por ejemplo, los bosques tropicales son ecosistemas formados por seres vivos como árboles, plantas, animales, insectos y microorganismos que están en constante interacción entre sí y que se ven afectados por otros componentes físicos (sol, temperatura) o químicos (oxígeno o nutrientes).

Definición científica de ecosistema

Un ecosistema es la unidad básica del campo del estudio científico de la naturaleza. Según esta disciplina, un ecosistema es un entorno definido físicamente, formado por dos componentes inseparables:

El biotopo (abiótico): un medio físico particular con características físicas específicas como el clima, la temperatura, la humedad, la concentración de nutrientes o el pH.

La biocenosis (biótico): un conjunto de organismos vivos como animales, plantas o microorganismos, que están en constante interacción y se encuentran, por tanto, en situación de interdependencia.

El concepto de ecosistema es posible a varias escalas de magnitud. Desde organismos pluricelulares como insectos animales o plantas hasta lagos, cordilleras o bosques, pasando por el planeta Tierra en su conjunto.

¿Qué es un ecosistema marino?

Junto con los ecosistemas de agua dulce, los ecosistemas marinos también forman parte de la categoría más amplia de ecosistemas acuáticos. 

Los ecosistemas marinos cubren más del 70% de la superficie terrestre y tienen un alto contenido en sal. 

Algunos ejemplos de ecosistemas marinos son los sistemas de alta mar, como la superficie oceánica, el mar profundo, los océanos pelágicos o el fondo marino. Pero también hay sistemas cercanos a la costa, como los arrecifes de coral, los manglares o las praderas marinas.

Los ecosistemas marinos también pueden caracterizarse siguiendo las dimensiones abiótica y biótica antes mencionadas. Así, sus componentes bióticos son los organismos y sus especies, los depredadores, los parásitos y los competidores.

Por el contrario, la concentración de nutrientes, la temperatura, la luz solar, la turbulencia, la salinidad y la densidad son sus componentes abióticos.

¿Cómo funcionan los ecosistemas naturales?

Los ecosistemas naturales son sistemas “equilibrados”. Esto significa que las interacciones entre los distintos organismos que componen el ecosistema contribuyen a una cierta estabilidad. 

Por ejemplo, en los ecosistemas de pastizales, los herbívoros consumen hierba, pero también alimentan el suelo con sus excrementos, lo que permite que la hierba vuelva a crecer y se mantenga cierto equilibrio. 

Aun así, esto no significa que un ecosistema, incluso uno sano, sea estático. En realidad, los ecosistemas están en constante evolución, ya que se basan en procesos dinámicos que cambian constantemente.

Por ejemplo, las biocenosis son organismos vivos que interactúan con su entorno y lo transforman constantemente. 

¿Cómo? Porque los animales compactan el suelo, las plantas crean humedad o regulan la temperatura y las bacterias ayudan en el mundo microscópico protegiendo a todo tipo de animales de enfermedades y ayudando en su proceso de digestión. 

Además, un ecosistema también evoluciona debido a acontecimientos externos o imprevistos. 

Un fenómeno climático o natural, por ejemplo, puede provocar transformaciones en el entorno. De este modo, la biocenosis hace que los organismos vivos del ecosistema se adapten a estas nuevas limitaciones y se produzca el cambio.

También es curioso que, aunque un ecosistema busque siempre la estabilidad, nunca lo consiga a la perfección. Los distintos desequilibrios naturales tienden a compensarse permanentemente. 

Algunos ecosistemas evolucionan muy lentamente, mientras que otros pueden transformarse muy rápidamente. A veces, en casos extremos, pueden incluso desaparecer.

¿Cómo fluye la energía en un ecosistema?

Según la ley de conservación de la energía, ésta no puede crearse ni destruirse. De hecho, sólo puede transformarse o transferirse de una forma a otra. Pero, ¿cómo funciona esto en un ecosistema? ¿Cómo fluye la energía aquí? Veamos este vídeo para entender mejor este fenómeno

Vínculos entre los ecosistemas y las actividades humanas

Hemos conseguido controlar el fuego, practicar la agricultura y construir vehículos de transporte. Hemos construido fábricas, presas, paneles solares y encontramos constantemente nuevas formas de explorar el espacio. 

Aun así, la sed de la raza humana por utilizar, modificar y transformar los ecosistemas naturales parece no tener fin. 

Por ejemplo, cuando transformamos una llanura para cultivar campos de cereales, estamos modificando significativamente ese ecosistema local. A veces, incluso acabamos cambiándolo por completo desde sus cimientos originales.

Hoy en día, las actividades humanas tienen tal impacto en los ecosistemas que ya se habla del Antropoceno cronológico. 

Se trata de un periodo que define el importante impacto de las actividades humanas en los sistemas atmosférico, biosférico, geológico e hidrológico de la Tierra. 

Este periodo de tiempo también considera los cambios que se producen debido a los fenómenos de cambio climático, que también están causados principalmente por las actividades humanas. 

Podemos ver todos estos cambios en todas partes. Cuando se talan árboles en la selva amazónica, los ecosistemas cambian porque las especies luchan por sobrevivir y cambian tanto la humedad local como el clima. Asimismo, la construcción de una presa también cambia la distribución del agua y afecta a las especies que viven a lo largo del curso del río.

Un ejemplo que se utiliza a menudo sobre cómo las actividades humanas afectan a los ecosistemas es el Parque Nacional de Yellowstone, en Estados Unidos. 

Aquí, como en otros parques nacionales, la U.S. Biological Survey decidió matar lobos y otras especies como medida de control de depredadores. El problema fue que la desaparición de la población de lobos afectó a la larga a todo el ecosistema, cambiando incluso el curso del río local. 

Posteriormente se reintrodujo el lobo en el Parque, unos 70 años después, en un intento de restablecer el equilibrio del ecosistema. 

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