Cifra récord de incendios forestales en Sudamérica
Los ecosistemas sudamericanos están a merced de los incendios forestales. Durante este año, la región alcanzó un preocupante récord histórico de ¡más de 346 mil focos de incendio! Esta cifra provista por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil demuestra el peligro que corren actualmente la biodiversidad, el clima y la salud humana de grandes extensiones de tierra.
Los expertos consideran que el calentamiento global y las actividades humanas están contribuyendo enormemente a que el fuego se propague. Por un lado, porque se han intensificado las olas de calor y las sequías, lo que genera que los incendios se salgan rápidamente de control. Por otro, porque la deforestación hace que los daños a los ecosistemas sean aún mayores.
Y es que cuando grandes porciones de bosques quedan atrapados por las llamas, no solo dejan sin hogar a las especies que habitan en ellos, sino que terminan por afectar todo el equilibrio climático del planeta. Teniendo en cuenta que las olas de calor que están padeciendo diversos sectores del globo podrían extenderse en el tiempo, los científicos están preocupados por cuáles podrían ser las consecuencias a largo plazo.
Incendios forestales en Brasil y Bolivia
A lo largo de 2024, Sudamérica ha sido escenario de una interminable lista de incendios forestales que dejaron al continente con vastas áreas de selvas y humedales en peligro, creando además un corredor de humo visible ¡desde el espacio! Los países más afectados fueron Brasil, Bolivia, Perú y Argentina.
De acuerdo con el Centro Nacional de Monitoramento e Alertas de Desastres Naturais (Cemaden), la sequía prolongada que ha golpeado a Brasil desde 2022 (la peor registrada desde 1950 a esta parte) ha exacerbado la situación, creando un cóctel que ha dejado millones de hectáreas consumidas por las llamas.
En Bolivia, mientras tanto, el fuego descontrolado en los bosques secos de Santa Cruz y los humedales del Pantanal ha destruido áreas protegidas y hasta reservas naturales. Y a pesar de los esfuerzos de miles de bomberos y voluntarios para intentar controlar estos incendios, el fuego ha sido implacable, haciendo que en muchas regiones, los ciudadanos comiencen a padecer las consecuencias, por ejemplo, enfrentando problemas de salud debido a la mala calidad del aire.
Un 2024 envuelto en llamas de principio a fin
Tanto Colombia como Chile sufrieron graves incendios forestales a principios de 2024. En Colombia, los siniestros comenzaron en los departamentos de Guaviare y Meta, durante el mes de enero. Según las autoridades ambientales, se detectaron más de 1.200 focos de incendio en la selva amazónica. Las altas temperaturas veraniegas y la sequía hicieron que la tarea de los bomberos para contener las llamas se complicara aún más.
Un mes más tarde, en las regiones de Biobío y la Araucanía, en Chile, conocidas por sus extensos bosques y parques nacionales, más de 60 mil hectáreas fueron consumidas por el fuego. Los incendios se vieron alimentados por fuertes vientos y temperaturas que superaban los 35 grados centígrados, destruyendo tanto áreas de bosques nativos como plantaciones artificiales de pinos y eucaliptos.
Este desastre ambiental llevó al gobierno chileno a declarar el estado de emergencia. Pero a pesar de los esfuerzos de miles de bomberos y equipos aéreos, muchas comunidades de la zona quedaron sin acceso a agua potable y debieron enfrentar graves problemas de salud por la densa nube de humo que cubrió la región.
Mientras tanto, en septiembre de 2024, la provincia de Córdoba, en el centro de Argentina, enfrentó una de las peores crisis de incendios forestales en años. En solo unos pocos días, más de 50 mil hectáreas de las sierras y áreas rurales de la provincia fueron devastadas por el fuego. Otra vez, la sequía prolongada y los fuertes vientos fueron cómplices de la destrucción.
¿Qué depara el futuro?
Un estudio reciente de la ONU advierte que el cambio climático intensificará la frecuencia de estos incendios en el futuro, lo que sin dudas afectará a los ecosistemas y a las comunidades humanas de que dependen de ellos para sobrevivir. Organizaciones ambientalistas como Greenpeace vienen luchando desde hace años en la región para que los gobiernos tomen medidas más estrictas para frenar la deforestación y proteger los bosques.
A medida que las temperaturas continúan aumentando, se produce un efecto en cadena: los incendios liberan grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, esto hace que aumenten las concentraciones de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, se acelera aún más el cambio climático. La única manera de poner un freno a los incendios es cortando ese círculo vicioso de deforestación, liberación de gases e incendios.
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