Preservar y restaurar los ecosistemas terrestres, los bosques, los suelos y la biodiversidad
Junto con el calentamiento global, la desaparición de los bosques junto a la biodiversidad en general es uno de los principales retos de la crisis ecológica. Proteger los ecosistemas, los entornos naturales y los suelos: esto es lo que propone el Objetivo de Desarrollo Sostenible.
Las metas deseables para proteger los bosques y los entornos naturales con su biodiversidad son bien concretas.
Velar por la conservación, la restauración y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y de agua dulce y los servicios conexos, en particular los bosques, los humedales, las montañas y las zonas áridas, de conformidad con las obligaciones contraídas en virtud de acuerdos internacionales.
Promover la gestión sostenible de todos los tipos de bosques, detener la deforestación, restaurar los bosques degradados y aumentar significativamente la forestación y reforestación en todo el mundo.
Para 2030, luchar contra la desertificación, restaurar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y trabajar para lograr un mundo neutro en cuanto a la degradación de la tierra.
Para 2030, garantizar la preservación de los ecosistemas de montaña, incluida su biodiversidad, a fin de aprovechar mejor sus beneficios esenciales para el desarrollo sostenible.
Tomar medidas urgentes y decisivas para reducir la degradación del entorno natural, detener la pérdida de biodiversidad y, proteger las especies amenazadas y evitar su extinción.
Promover el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos y fomentar un acceso adecuado a los mismos, según lo acordado internacionalmente.
Tomar medidas urgentes para detener la caza furtiva y el tráfico de especies vegetales y animales protegidas y abordar el lado de la oferta y la demanda del problema.
Tomar medidas para prevenir la introducción de especies exóticas invasoras, reducir significativamente su impacto en los ecosistemas terrestres y acuáticos, y controlar o erradicar las especies prioritarias.
Integrar la protección de los ecosistemas y la biodiversidad en la planificación nacional, los mecanismos de desarrollo, las estrategias de reducción de la pobreza y la contabilidad.
Comprender la crisis de la biodiversidad
La Plataforma Intergubernamental Científica y Política sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas es el organismo encargado de estudiar la crisis de la biodiversidad. Una especie de IPCC para los ecosistemas y la biodiversidad.
La organización publicó su primer informe sobre el estado de la biodiversidad mundial, y sus conclusiones son alarmantes.
Cerca del 20 al 25% de las especies vivas están amenazadas de extinción, en particular los anfibios, los insectos y los corales. Esto representa entre 1 y 2 millones de especies amenazadas.
Una de las principales causas de esta crisis de la biodiversidad es que los ecosistemas, el hábitat de las especies naturales, están amenazados en todo el mundo. Los bosques están desapareciendo bajo la presión de la actividad humana.
Cada vez hay menos especies naturales, amenazadas por el desarrollo urbano. Los humedales están amenazados, degradados y contaminados.
Ya se trate de actividades mineras, de la extracción de recursos o de madera, o de la expansión de la agricultura, las ciudades, las zonas habitadas y las infraestructuras, todo lo que invade zonas silvestres es una amenaza para los ecosistemas y la biodiversidad que albergan.
¿Qué se puede hacer para proteger la biodiversidad?
Sólo hemos identificado 2 millones de especies en el planeta, y aún quedan entre 4 y 6 millones por descubrir, sobre todo en bosques tropicales y nichos de biodiversidad.
Como sabemos tan poco de la biodiversidad mundial, esta crisis es difícil de cuantificar con precisión, lo que dificulta la adopción de medidas.
Sin embargo, sería eficaz adoptar una postura sencilla: para proteger la naturaleza, tenemos que dejarla en paz. Esto significa detener urgentemente la expansión de las actividades humanas en el planeta, sobre todo la agricultura, la industria y el turismo.
Pero esta postura entra a menudo en conflicto con cuestiones económicas: ¿cómo podemos desarrollarnos sin seguir desarrollando nuestra agricultura? ¿Cómo innovar sin explotar los recursos?
Mientras tanto, hay que encontrar compromisos: promover una agricultura más respetuosa con los ecosistemas, integrando las cuestiones de biodiversidad. Planificar el desarrollo urbano y las infraestructuras de manera que no perturben las especies naturales. Proteger las zonas sensibles en la medida de lo posible.
Protección de la biodiversidad: ¿en qué punto nos encontramos?
En los últimos años se han logrado algunos avances en todas estas cuestiones: los pesticidas más controvertidos se están prohibiendo gradualmente o se está regulando su uso.
Se están desarrollando prácticas agrícolas más sostenibles. Cada vez se exige más a los industriales que tengan en cuenta la biodiversidad en sus actividades, sobre todo en los grandes proyectos de infraestructuras.
Pero hay que ir más lejos y conseguir que las empresas y los poderes públicos integren estas cuestiones fundamentales en sus actividades a todos los niveles.
Se trata de un verdadero reto, sobre todo para los países menos avanzados económicamente, que tienen que gestionar constantemente la disyuntiva entre proteger los ecosistemas y mantener y apoyar la dinámica del desarrollo económico.
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