Protección de los bosques y cambio climático

El clima de la Tierra ha cambiado a lo largo de su historia geológica. Estos cambios han influido en la existencia, abundancia y distribución de plantas y animales en el planeta. En la actualidad, existe la preocupación de que determinadas actividades humanas, como el consumo excesivo de combustibles fósiles y la deforestación de zonas tropicales, puedan provocar un cambio climático a una escala sin precedentes. Los bosques y su sostenibilidad podrían verse profundamente afectados.

El efecto invernadero

Los gases de efecto invernadero regulan la temperatura global. Los más importantes son el vapor de agua (H20), el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N20), el ozono (O3) y los clorofluorocarbonos (CFC). Atrapan el calor que de otro modo escaparía de la atmósfera. 

Sin estos gases, la temperatura media del planeta sería de -30°C en lugar de +15°C, y la vida tal y como la conocemos no podría existir.

Cambio climático global

Un aumento del CO2 o de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera podría provocar un calentamiento de la atmósfera y un cambio climático a escala mundial. Actualmente existen fuertes indicios, sino pruebas concluyentes, de que esto está ocurriendo. 

Desde 1850 se viene observando un aumento del contenido de CO2 y CH4 en la atmósfera. Este fenómeno va acompañado de un aumento de la temperatura de 0,5°C, cuyas causas son naturales o están relacionadas con las actividades humanas. 

Entre los factores antropogénicos cabe citar el uso de combustibles fósiles y la quema de biomasa forestal para destinar los bosques a otros usos.

Si esta tendencia continúa, se prevé que en 2065 la concentración de CO2 en la atmósfera se habrá duplicado con respecto a la que había antes de la revolución industrial, es decir, alrededor de 260/1.000.000. Es probable que este aumento provoque un cambio climático, tanto a escala regional como mundial. 

Se calcula que podría producirse un aumento de la temperatura de entre 2 y 5 °C. Es probable que este calentamiento varíe en función de la latitud y afecte especialmente a los ecosistemas de la zona boreal. 

También se espera un aumento global de las precipitaciones como consecuencia de la mayor energía disponible para la evaporación. 

En Colombia, la preservación de los bosques es crucial para combatir el cambio climático, dada la rica biodiversidad y la extensión de sus selvas tropicales. 

La reciente Ley de Restauración de la Naturaleza en Europa sirve de inspiración para que Colombia refuerce sus políticas ambientales y promueva la reforestación y la conservación de sus ecosistemas. Este enfoque no solo ayudará a mitigar el cambio climático, sino que también protegerá la diversidad biológica única del país.

Efectos potenciales del cambio climático en los bosques

Los efectos del cambio climático en los bosques del mundo pueden ser tanto positivos como negativos. 

Podrían ser de gran alcance, sin perdonar ningún bosque del planeta. Uno de estos efectos podría ser un desplazamiento de las masas naturales de ciertas especies y tipos de bosque hacia latitudes polares. 

Como es probable que el cambio climático sea más pronunciado en latitudes más altas, las zonas forestales boreales y templadas serán las más afectadas. El desplazamiento de un rodal concreto podría permitirle ocupar zonas más extensas. 

Pero esta reubicación podría tener lugar en zonas con suelos de peor calidad, con el riesgo de reducir la capacidad de crecimiento del árbol y aumentar su vulnerabilidad a las plagas. 

Este sería el caso, por ejemplo, del Pinus taeda, especie originaria del sur de Estados Unidos, si su zona de crecimiento se desplazara hacia el norte, a los suelos más pobres de los Apalaches.

El crecimiento de ciertos árboles podría verse estimulado por temperaturas y humedad más elevadas. Sabemos que muchas plantas, incluidos los árboles, producen más biomasa cuando los niveles de CO2 son más altos. 

Además, las tasas de transpiración de muchas plantas verdes se reducen cuando los niveles de CO2 atmosférico son altos. En consecuencia, muchas formaciones arbóreas podrían volverse más tolerantes a la humedad.

Por otra parte, las temperaturas más cálidas podrían exponer a los árboles a nuevas tensiones y aumentar su vulnerabilidad a insectos y enfermedades. 

Se cree, por ejemplo, que una mortandad generalizada de Betula sp. en el este de Canadá a finales de los años 50 y principios de los 60 podría atribuirse a una tendencia al calentamiento. Si este es el caso, es probable que la degradación de las formaciones arbóreas aumente en el futuro, especialmente cuando estén situadas en zonas de elevada contaminación atmosférica antropogénica.

Algunos modelos climáticos globales predicen un aumento general de las precipitaciones, mientras que otros predicen una reducción regional de las tasas de precipitación/evaporación en zonas continentales con una duplicación de los niveles de CO2. 

Al mismo tiempo, se produciría una reducción del contenido de humedad del suelo, sobre todo durante la temporada de crecimiento estival. 

La reducción de la humedad en los ecosistemas forestales de las regiones continentales podría, a su vez, aumentar la incidencia de los incendios, lo que incrementaría aún más las emisiones de CO2 a la atmósfera. 

Como ya se ha señalado, la sequía es una de las principales causas de estrés en las formaciones arbóreas, aumentando considerablemente su vulnerabilidad a los ataques de insectos y enfermedades. 

Una mayor mortalidad de los árboles provocará un aumento del volumen de material combustible. Los incendios forestales más intensos causarán daños más graves y serán más difíciles de extinguir.

Sigue leyendo para aprender más sobre el papel de los bosques en la mitigación de los efectos del cambio climático. 

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