La megaminería en Argentina ha tomado un rumbo alarmante, afectando profundamente las reservas de San Guillermo en San Juan y Laguna Brava en La Rioja. A pesar de estar protegidas por legislaciones provinciales, nacionales e internacionales, la explotación de litio y cobre avanza con el apoyo de los gobiernos, impactando tanto en los territorios como en las comunidades locales.
Cerco minero alrededor de áreas protegidas
Las reservas de San Guillermo y Laguna Brava, ubicadas en San Juan y La Rioja respectivamente, han visto un aumento en las actividades mineras. Estas áreas, rodeadas de exploraciones y explotaciones a gran escala, han sido invadidas por vehículos pesados y camiones que destruyen el hábitat natural. Según informes locales, el camino hacia el Parque Nacional San Guillermo ha sido modificado debido al deterioro causado por las crecidas de los ríos, forzando el acceso a través de La Rioja, aumentando así el tráfico minero en la región.
Impacto en las comunidades locales
Las comunidades locales, como el pequeño pueblo de Alto Jagüé, se ven afectadas por la presencia de la minería. Don Juan Urriche, residente de Alto Jagüé, ofrece hospedaje y relata cómo su tranquilo pueblo se ha convertido en un punto de tránsito hacia las zonas mineras. Los habitantes de la región, preocupados por la preservación del medio ambiente, expresan su descontento a través de grafitis y manifestaciones en defensa del agua y los bosques nativos.
Realidad detrás de las promesas
Guido Altamira advierte sobre el control minero en los caminos hacia las áreas protegidas. La empresa canadiense Lundin Mining y la estatal riojana Kallpa Sapem son algunos de los actores principales en la exploración y explotación de litio y cobre. A lo largo de los caminos mineros, es común ver un tráfico intenso de vehículos pesados, afectando el medio ambiente y dificultando la labor de conservación de los guardaparques.
Devastación de la fauna local
La actividad minera ha tenido un impacto devastador en la fauna local. La proliferación de vehículos y maquinaria ha alterado el hábitat de especies como los guanacos, vicuñas y flamencos. La Fundación Rewilding Argentina monitorea los efectos de un brote de sarna sarcóptica que ha diezmado la población de vicuñas en un 95% en cinco años. Sin corredores biológicos adecuados, la reproducción de estas especies se ve comprometida, llevando a la extinción local de la vicuña en San Guillermo.
Una gestión ambiental cuestionada
El desmantelamiento de la Administración de Parques Nacionales y la reducción de personal bajo el gobierno de Javier Milei han exacerbado la situación. Los guardaparques, aunque dedicados, luchan contra una marea de concesiones mineras que rodean y penetran las áreas protegidas. En la Reserva de Laguna Brava, la minería está permitida en las zonas no declaradas intangibles, lo que resulta en un entorno de conservación cercado por explotaciones mineras.
Accionar contra la megaminería
Organizaciones ambientalistas como Greenpeace Argentina han alertado que las actividades mineras no solo impactan el medio ambiente, sino también la memoria histórica y cultural de la región. Los sitios arqueológicos y rutas de arrieros son destruidos por la minería, borrando la historia indígena y colonial. La comunidad internacional, a través de expertos de la ONU, ha llamado la atención sobre los desastres ecológicos causados por las mineras, pero las acciones gubernamentales siguen siendo insuficientes. Los relatos de activistas y defensores ambientales como Carina Jofré y Guido Altamira resaltan la necesidad urgente de una gestión responsable y sostenible de los recursos naturales, protegiendo las áreas que son patrimonio ambiental y cultural.
La expansión de la megaminería en San Juan y La Rioja representa una grave amenaza para las áreas protegidas y las comunidades locales. La destrucción del hábitat, la extinción de especies y la degradación del medio ambiente requieren una respuesta inmediata y efectiva para preservar estos valiosos ecosistemas para las futuras generaciones.