La deforestación complica la seguridad hídrica y energética de Colombia
Colombia ha llegado a un nivel de deforestación tan alarmante, que sus efectos comienzan a hacerse sentir no solo en la biodiversidad del país, sino también en su seguridad energética e hídrica. Esta es una nueva muestra de cómo la conservación del medioambiente resulta esencial para la supervivencia, el bienestar y el futuro de la población colombiana y mundial.
Las sequías propiciadas por el cambio climático, (y empeoradas por el fenómeno estacional de El Niño), sumadas a la falta de bosques generada por la deforestación y los desmontes ilegales, además de la dependencia casi exclusiva de la energía hidroeléctrica, han llevado al país a una situación crítica que requiere de medidas sostenibles urgentes para ser contrarrestada.
La deforestación, la base de todos los problemas
Desde hace décadas, la deforestación en territorio colombiano viene alcanzando niveles sumamente peligrosos para el equilibrio ecológico de la nación. En la actualidad, solo sobrevive menos del 20% de los bosques andinos y las selvas tropicales originales. Esta pérdida sostenida de la cobertura vegetal impacta directamente sobre la disponibilidad de agua dulce del país.
Esto se debe principalmente a que los bosques nativos actúan como reguladores del ciclo del agua, por ejemplo, interceptando y almacenando de forma temporal las gotas de lluvia, absorbiéndola a través de las raíces de los árboles y permitiendo la recarga de los acuíferos subterráneos y disminuyendo el riesgo de inundaciones. Asimismo, los bosques cumplen una función de filtro natural del agua, reteniendo los contaminantes que pudiera contener y haciendo que fluya mucho más pura hacia los ríos y arroyos.
¿Cuáles son las principales causas de deforestación en Colombia?
Como sucede en gran parte de América Latina, una de las principales causas de la deforestación tiene que ver con la expansión de la frontera agrícola. En el caso de Colombia, los bosques y selvas son destruidos para ser reemplazados por cultivos como la palma aceitera o la soja. Además, en los últimos años ha ido ganando fuerza el pastoreo de ganado.
Otros motivos de la deforestación actual incluyen la tala ilegal de árboles, la minería ilegal (generalmente en zonas con altos niveles de biodiversidad, contaminando además el agua dulce) y, en varias regiones del país, los conflictos armados.
Energía hidroeléctrica, entre la sostenibilidad y los desafíos ambientales
En la actualidad, la energía hidroeléctrica representa cerca del 70% de la generación eléctrica del país. Pero si bien se trata de una fuente de energía renovable, organizaciones ambientalistas como Greenpeace Colombia han advertido que, cuando no se contemplan los impactos ecológicos que puede tener la construcción de represas y embalses, estos pueden terminar afectando negativamente a la biodiversidad de los ecosistemas en los que se levantan.
Por otro lado, en muchas partes de Colombia la construcción de represas hidroeléctricas ha generado conflictos sociales, ya que diversas comunidades locales se visto obligadas a desplazarse de sus lugares de origen, debiendo abandonar sus medios de subsistencia en nombre del progreso. Un claro ejemplo de esto es lo que sucedió con la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Hidroituango, que ha generado graves tensiones entre los pueblos indígenas de la zona y el gobierno.
El impacto de El Niño en la seguridad hídrica de Colombia
El Niño es un fenómeno climático que se da cada 2 a 7 años y se caracteriza por el sobrecalentamiento de las aguas del océano Pacífico. En Colombia, suele generar sequías que afectan de forma severa la agricultura, la ganadería y, sobre todo, el acceso al agua potable. Durante su anterior incursión, sucedida ente 2015 y 2016, provocó una de las sequías más severas de la historia reciente, dificultando el acceso a este recurso vital a millones de personas.
En el caso de El Niño de 2023, además de provocar importantes pérdidas económicas al reducir el rendimiento de los cultivos, la sequía provocó que las autoridades colombianas tuvieran que comenzar a racionar el agua potable incluso en ciudades como Bogotá debido a la baja disponibilidad en los embalses, que llegaron a estar al 24% de su capacidad total.
Pero además, la sequía tuvo un impacto en la generación de energía del país, ya que la falta de agua en los embalses redujo la capacidad de generación de las centrales hidroeléctricas, provocando apagones y cortes de energía en todo el territorio.
¿Cómo combatir la falta de energía generada por la sequía y la deforestación?
La primera medida para enfrentar la pérdida de bosques está más que clara. Hacer cumplir las reglamentaciones, incentivando la reforestación, fortaleciendo las instituciones encargadas de proteger al medioambiente y luchar contra la corrupción en el sector ambiental que hace la vista gorda ante la explotación de los recursos naturales del país.
Pero lamentablemente esto no será suficiente para resolver los problemas hídricos y energéticos. Es necesario que Colombia desarrolle una matriz energética diversificada que reduzca la dependencia de la energía hidroeléctrica, mediante otras alternativas sostenibles como la energía solar, la eólica y la geotérmica.
Por último, es fundamental educar a la población para que aprenda a gestionar el agua de manera sostenible. Solo a través de la implementación de prácticas de consumo responsable será posible proteger este recurso indispensable para la vida y soñar con un futuro en el que ningún colombiano se vea privado de él.
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