El suelo y los bosques
¿Sabías que se tarda una media de 180 años en formar un centímetro cúbico de suelo? Es decir, 2,3 veces la esperanza de vida de las personas en muchos países, es decir, el suelo es un recurso valioso. Veamos cómo protegerlo.
Este hecho vital para pensar en la preservación de los bosques, acerca de lo que tarda adquiere un significado adicional si se tiene en cuenta que el suelo (producto de la descomposición física y química de las rocas) es un recurso importante para la mayoría de los organismos vivos.
Por ejemplo, es una parte vital de un ecosistema boscoso, ya que proporciona una base para la erosión de plantas y árboles sobre las raíces de un tronco y, con el tiempo, suministra los nutrientes y minerales necesarios para que los seres vivos crezcan y prosperen.
Reconocer la importancia de su función en los ecosistemas forestales aumenta nuestra apreciación de la cantidad de tiempo que necesita la naturaleza para producir suelo.
Al hacerlo, también nos vemos obligados a plantearnos cómo conservarlo, porque el dedal de suelo forestal que perdemos hoy no se repondrá hasta poco antes del siglo XXIII.
Erosión del suelo forestal
El suelo forestal inalterado suele erosionarse a un ritmo muy lento.
Las tasas de erosión del suelo forestal se mantienen al mínimo, en gran parte, gracias a los mecanismos naturales que se encuentran en el suelo del bosque y en el suelo forestal.
Las estructuras radiculares de los árboles y las plantas ayudan a mantener unido el suelo, mientras que los troncos de los árboles, la vegetación del suelo forestal y los restos leñosos y frondosos derribados impiden que el agua superficial adquiera la velocidad suficiente para remover grandes cantidades de suelo superficial.
Sin embargo, las actividades humanas, como la explotación maderera y las actividades recreativas intensivas, pueden dejar el suelo al descubierto y socavar potencialmente las capacidades naturales del bosque para controlar la erosión.
Si no se controla, el índice de erosión del suelo puede aumentar drásticamente hasta unas 2.700 libras por acre y año en condiciones más secas y estables.
En condiciones más húmedas y menos estables, esta cifra puede ser mucho mayor. Este aumento puede visualizarse aproximadamente como un salto de unas dos carretillas de tierra al valor de un camión volquete o incluso más.
Erosión y calidad del agua
En la mayoría de los casos, el suelo forestal erosionado, ya sea del valor de una carretilla o de un volquete, acaba depositándose en el arroyo o lago más cercano. Cuando se mantiene a un ritmo natural, esta sedimentación suele tener poco impacto en la calidad del agua de un arroyo o lago.
En cambio, cuando la erosión se dispara, la tierra puede saturar los arroyos y lagos, enturbiar el agua y ahogar a los peces y otros organismos que viven en ella.
Sin embargo, los investigadores han descubierto que mediante el uso de una serie de técnicas básicas sobre el terreno, conocidas como Mejores Prácticas de Gestión, podemos ayudar a reducir la erosión del suelo y, en consecuencia, proteger la calidad del agua controlando el flujo de las aguas superficiales sobre las zonas expuestas.
¿Qué son las mejores prácticas de gestión forestal?
Las Mejores Prácticas de Gestión Forestal son un conjunto de medidas preventivas que ayudan a controlar la erosión del suelo provocada por la actividad humana.
Estas prácticas, sencillas y poco costosas, se han generalizado como medio para desviar las aguas superficiales hacia zonas no alteradas antes de que adquieran la velocidad suficiente para remover grandes cantidades de suelo.
Una vez desviadas, los mecanismos naturales de control de un suelo forestal inalterado actúan para detener el rápido flujo de las aguas superficiales, absorberlas y recuperar el suelo removido.
Técnicas como las barras de agua y las zanjas de desvío son buenas prácticas que controlan el flujo de agua superficial y ayudan a estabilizar rápidamente los suelos forestales alterados conservando el suelo expuesto para un futuro crecimiento vegetativo.
Las buenas prácticas también proporcionan directrices para planificar y llevar a cabo las actividades forestales de manera que las masas de agua, las zonas húmedas y saturadas y el flujo de agua superficial se controlen mediante una barra de agua; se minimice la erosión del suelo y se maximice el crecimiento vegetativo-se eviten las pendientes pronunciadas e inestables para reducir la inestabilidad y el potencial de aumento de la erosión.
La mayoría de los manuales de buenas prácticas contienen secciones específicas que abordan estas consideraciones de planificación.
Además, los técnicos forestales están a su disposición en su región para asesorarle y responder a sus preguntas sobre el uso de las buenas prácticas para conservar este recurso natural crítico.
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