Los datos detrás de las luces parpadeantes del colapso climático y los incendios forestales
Más allá de los acontecimientos climáticos que acaparan titulares, existen otros indicadores de que nuestro clima está cambiando más rápidamente
Algunos de los peores incendios forestales que se recuerdan en California; un calor excepcional y prolongado en Siberia; muros de agua marina cuando el huracán Laura azota Luisiana; tasas sin precedentes de deshielo de los glaciares y de pérdida de hielo marino… son algunas de las luces intermitentes de la crisis climática.
Sin embargo, más allá de los acontecimientos climáticos que acaparan titulares, existen otros indicadores de que nuestro clima está cambiando más rápidamente.
Enfoques basados en datos
El volumen de datos en el mundo está aumentando exponencialmente.
Según algunas estimaciones, el 90% de los datos del mundo se han creado en los dos últimos años, y se prevé que aumenten un 40% anualmente.
Los datos crecen porque cada vez se recopilan más mediante dispositivos móviles, baratos y numerosos, que detectan información, y porque la capacidad mundial de almacenamiento de información se ha duplicado aproximadamente cada 40 meses desde la década de 1980.
Los macrodatos pueden ayudar a detectar tendencias medioambientales globales mucho más fácilmente que en los años noventa.
La Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente , creada en 2019, es una plataforma de demostración creada por un consorcio de socios de Big Data.
El proyecto es global y tiene una relevancia y un impacto políticos medioambientales globales, cuenta Pascal Peduzzi, director de UNEP-GRID-Ginebra.
El portal incluye información georreferenciada, de teledetección y de observación de la Tierra, integrada con estadísticas y datos sobre la dimensión medioambiental del desarrollo sostenible.
La Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial coteja los datos climáticos casi en tiempo real y dibuja un panorama preocupante.
Las temperaturas globales mensuales de enero, febrero, marzo y julio de 2020, fueron las segundas más cálidas desde que comenzaron los registros en 1880, mientras que en abril, mayo y junio de 2020 fueron las más cálidas jamás registradas desde 1880″.
Es importante señalar que la tendencia mundial en el aumento de la concentración de CO2 no sólo está aumentando, sino que se está acelerando. En 1960 era de +0,9 partes por millón (ppm) al año, en 1980 de +1,21 ppm; en 2000 de +1,83 ppm y en 2020 será de +2,51 ppm/año. El aumento medio de los últimos 12 meses es de 2,81 ppm. En comparación, el aumento medio de los 12 meses anteriores fue de +2,19 ppm.
Mientras que la pandemia COVID-19 redujo la demanda mundial de energía en el primer trimestre de 2020 en un 3,8% en relación con el primer trimestre de 2019, aún no ha tenido un impacto claro en las emisiones totales de CO2.
Existe una fuerte correlación en las tendencias a largo plazo entre las emisiones de CO2 y los niveles atmosféricos de CO2. “Corremos el riesgo de no alcanzar los objetivos clave del Acuerdo de París sobre el Clima a medida que se amplía la brecha de emisiones.
El Programa está cambiando la aguja en términos de plataformas de conocimiento y soluciones sostenibles para los responsables políticos en ámbitos como las energías renovables, los sistemas sostenibles de calefacción y refrigeración, las ciudades más ecológicas, el cemento sostenible, una mejor comprensión del ciclo oceánico del carbono, la agricultura sostenible y mucho más.
El impacto del cambio climático en diversos ámbitos de nuestra vida cotidiana es cada vez más palpable. Los extremos meteorológicos y los desastres naturales que hemos presenciado en los últimos años no son más que la punta del iceberg de una crisis ambiental más profunda y compleja.
Los datos recopilados indican que no sólo estamos presenciando temperaturas récord y un aumento acelerado en los niveles de CO2, sino también un impacto directo en la biodiversidad, los ecosistemas marinos y terrestres, así como en la salud humana.
Un estudio reciente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) revela que el aumento de las temperaturas está afectando gravemente a las especies animales y vegetales.
Muchas están migrando hacia los polos o a altitudes más elevadas en busca de climas más frescos, alterando los ecosistemas existentes.
Además, el aumento de la temperatura del océano está causando la acidificación del mar, lo que tiene consecuencias devastadoras para la vida marina, incluyendo los arrecifes de coral, fundamentales para la biodiversidad marina.
En cuanto a la salud humana, el cambio climático está exacerbando los riesgos. Las olas de calor más frecuentes y severas contribuyen a un aumento de las enfermedades relacionadas con el calor y una mayor mortalidad.
En este mismo sentido, el cambio en los patrones de precipitación y la elevación de las temperaturas están favoreciendo la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria y el dengue.
La agricultura, fuente vital de sustento y seguridad alimentaria, no está exenta de los efectos del cambio climático.
Los cambios en los patrones de lluvia y las temperaturas extremas están afectando los rendimientos de los cultivos, lo que podría llevar a una crisis alimentaria si no se toman medidas adecuadas. Esto se suma al desafío de alimentar a una población mundial en crecimiento, en un contexto donde los recursos naturales se están agotando rápidamente.
La urgencia de actuar es evidente. Las soluciones pasan por una transformación radical en nuestra forma de vivir, consumir y producir. La transición a energías renovables, la adopción de prácticas agrícolas sostenibles y la protección de la biodiversidad son pasos cruciales para mitigar los efectos del cambio climático.
Además, es fundamental que las políticas públicas y las decisiones empresariales incorporen consideraciones ambientales para garantizar un futuro sostenible.
Así, los datos no solo muestran una crisis climática en curso, sino también un llamado a la acción inmediata. La respuesta a esta crisis debe ser multifacética, involucrando a gobiernos, empresas y ciudadanos en la búsqueda de soluciones sostenibles y de largo plazo para preservar nuestro planeta para las generaciones futuras.
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