Transformación de los sistemas alimentarios: papel de las nuevas alternativas proteínicas

Es innegable la importancia de los bosques en la transformación de los sistemas alimentarios. Pero ser conscientes de ella no puede dejar de lado el desafío de enfocarse en estas alternativas. Ellas son las que pueden mitigar la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, más allá de la preservación de los santuarios de árboles añosos. Abordar la temática es enfocar de cerca cómo encarar la evolución del sistema alimentario sostenibles que queremos 

Los bosques juegan un papel crucial en la regulación del clima y la conservación de la biodiversidad, dos aspectos directamente relacionados con los sistemas alimentarios. La deforestación, impulsada en gran medida por la expansión de la agricultura y la ganadería, tiene un impacto negativo significativo en el clima global. 

Los bosques actúan como sumideros de carbono, absorbiendo CO2 de la atmósfera, y su destrucción libera grandes cantidades de este gas de efecto invernadero. 

Además, la pérdida de bosques conlleva una disminución de la biodiversidad, afectando a numerosas especies que son esenciales para el equilibrio de los ecosistemas.

La adopción de nuevas alternativas proteínicas puede contribuir significativamente a reducir la presión sobre los bosques. 

Al disminuir la demanda de productos animales, se reduce la necesidad de terrenos para la ganadería y el cultivo de piensos, lo que puede ayudar a frenar la deforestación. 

Esto no solo tiene implicaciones para la mitigación del cambio climático, sino también para la conservación de la biodiversidad.

Explorar cómo las nuevas alternativas a los productos animales de producción convencional, como la carne y los lácteos, podrían frenar la triple crisis planetaria es urgente: la crisis del cambio climático, la crisis de la naturaleza y la pérdida de biodiversidad y la crisis de la contaminación y los residuos.

Lo que comemos y cómo lo comemos repercute en la salud planetaria, humana y animal. 

Los sistemas alimentarios contribuyen en más de un 30% a las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, siendo la ganadería uno de los principales actores. 

Asistimos a la conversión de la naturaleza, mediante procesos perjudiciales como la deforestación para criar ganado y cultivar piensos, la contaminación del suelo y el agua, y los riesgos de enfermedades zoonóticas y resistencia a los antimicrobianos. 

También existe preocupación por la salud humana debido al consumo excesivo de carne roja y procesada. Todos estos problemas y otros más se recogen en el planteamiento “Una sola salud”, que considera la mejora de la salud humana, animal, vegetal y de los ecosistemas como un reto interrelacionado.

Nadie dice que los productos animales sean malos, pero se entiende que cambiar a una dieta más variada beneficiaría a las personas, a la naturaleza, al clima y a los propios animales. 

Para comprobarlo, basta con mirar a esta COP, donde dos tercios de los alimentos que se sirven son de origen vegetal.

Así pues, debemos examinar nuestras opciones, que es lo que hace este informe al explorar nuevas carnes de origen vegetal, carne cultivada a partir de células animales y alternativas producidas mediante fermentación rápida. 

La evaluación muestra que estos productos podrían resolver una serie de problemas que ya he señalado, sobre todo en los países de renta alta y media. Hay salvedades. Hay lagunas en la comprensión de todos los beneficios e inconvenientes nutricionales. Las pruebas sobre la carne cultivada y la fermentación son limitadas. 

El costo, el sabor y la aceptabilidad social tendrán mucho que decir sobre la aceptación o no de estos productos.

También habría que garantizar una transición justa. Mucha gente depende de los productos animales para sus necesidades nutricionales y su sustento, y muchas personas no pueden permitirse productos más caros, aunque sean más sostenibles. 

Los responsables políticos tendrán que tomar medidas para salvaguardar la seguridad alimentaria, el empleo, los medios de subsistencia, la equidad social y de género, y la cultura. Muchas de estas medidas y políticas se describen en el informe.

La conclusión es que nuestros sistemas alimentarios deben transformarse para proporcionar a todo el mundo una dieta sana y nutritiva sin dañar el planeta, algo que no han conseguido. 

Más apoyo gubernamental, normas de seguridad acordadas internacionalmente, políticas comerciales de apoyo y colaboración en la investigación de acceso abierto pueden ayudar a liberar el potencial de estos nuevos alimentos para algunos países y acelerar la transformación que necesitamos para reducir los impactos de la agricultura animal.

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